Un ascenso que fue posible gracias a la victoria ante el Guadalajara (3-0). Se sufrió, pero se ganó.
Desde hace seis años, Los Cármenes no presentaba un aspecto como ayer. 17.000 personas abarrotaban el campo, prestas a animar a su equipo en pos del reto. Enfrente, llegaba el Guadalajara, que en el partido de ida había derrotado a los granadinos por la mínima. La misión era marcar pronto y después, a jugar.

Fue Ramón quien terminaría erigiéndose en el héroe del partido. El Granada había marcado pronto, pero, a pesar de todas las ocasiones que se fueron sucediendo durante la primera y segunda mitad, ninguna de ellas encontró la red. Y así, el partido se fue a la prórroga mientras el público se mordía las uñas.

Los treinta minutos extras fueron el éxtasis. La primera parte discurrió sin noticia alguna, pero en la segunda el Granada se desmelenó en busca del gol, y llegó: fue Ramón quien envió el balón a la red merced a una bonita vaselina. Y comenzó la fiesta, que terminaría de redondearse con el tanto de Labella, ya casi al límite del final del partido.

La afición invadió entonces el campo y el árbitro señaló el final del encuentro y el comienzo de la celebración. En el palco, Paco Sanz, presidente del Granada, apenas podía evitar la emoción: «Hoy es un día muy importante para esta ciudad, que no merecía esta situación».