lo de marcar goles o pararlos no iba con él. «Me hacía mis propias tarjetas con cartulinas y cuando mis compañeros echaban a dedos para elegir equipo, yo me pedía ser el árbitro. Es lo que me gusta».
Entonces, Fran García, tenía seis años y apenas levantaba un palmo en su colegio de Ciempozuelos (Madrid); ahora tiene 15, estudia 3º de la ESO -odia la física- y es el árbitro más joven de toda España.
No hay tinte masoquista en la vocación de Fran, pese a los tiempos poco propicios para sus colegas: «Yo creo que los árbitros lo intentan hacer lo mejor que pueden siempre. A mí siempre me dicen qué si estoy loco, pero no lo estoy. Soy feliz pitando».
El niño que cambia cromos o juega a la play es ‘usted' dentro del campo. Fran ya ha tenido que poner en su sitio a aficionados maleducados a técnicos exaltados que triplican su edad: «El otro día pité un partido y los entrenadores no paraban de protestar. Les llamé al centro y les dije que se callaban o les expulsaba».
Se callaron. Tampoco los jugadores, talluditos ya, le dan mucha guerra: «Suelen respetarme y portarse bien porque si lo hacen mal, saben que les saco tarjeta. Si no me impongo, pierdo el control del partido».
Por si acaso, en la grada está su padre. «Cuando me pitan por alguna acción correcta, mi padre les hace ver que yo tenía razón. Cuando me equivoco, él se tapa un poco más». ¿Y mamá? «Ella se preocupa mucho y se asusta si me insultan, pero sabe que esto es lo que me gusta. Yo a los insultos de la grada no les hago mucho caso».
Fran prosigue su ascensión en el escalafón arbitral, cuya cima tiene clara: «Sueño con pitar la final de la Champions». No va mal encaminado de momento.
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