En plena controversia por el escudo del Atlético de Madrid, Fernando Torres ha anunciado que el próximo 30 de junio abandonará el club al que llegó con apenas diez años. “Nosotros estamos de paso. Siempre quedan el escudo y la afición”, ha dicho emocionado el ‘Niño’ convertido ya en un veterano delantero que, con 34 años recién cumplidos, busca desde hoy un equipo en el que apurar su carrera. Su sueño de retirarse con la camiseta rojiblanca choca con la planificación deportiva del club: “Estoy teniendo muy poco protagonismo y quizá sea momento de dar paso a otros”.

No hay duda de que el Atlético de Madrid es el equipo de su vida, pero no de toda. En 2007, con 23 años, decidió emigrar. Eligió el Liverpool, campeón de Europa dos años antes. Desde su agencia de representación se explicó que un chico con su potencial no podía permitirse vincular su futuro al de un equipo que, tras volver a Primera División, no había sido capaz de recuperar el paso de su historia.

En una época sin grandes referentes rojiblancos sobre el campo, el joven Torres cargó con un peso poco habitual para un jugador de su edad. Con 19 años, cuatro meses y doce días asumió el brazalete en un equipo resignado a penar por tierra de nadie en la Liga, y que estuvo ocho años sin pisar Europa. Tras el 0-6 sufrido ante el Barça en la primavera de 2007, la decisión estaba tomada.

Torres, que había sido clave en el ascenso, vivió desde Inglaterra el gran crecimiento del club, en especial desde la llegada de Diego Pablo Simeone al banquillo en diciembre de 2011. No se puede decir que en todo este tiempo la afición rojiblanca haya estado huérfana de grandes delanteros. Tras el ‘Niño’ llegaron el Kun Agüero, Forlán, Falcao, Diego Costa… Y tampoco han faltado títulos: una Liga, una Copa del Rey, dos títulos de la Europa League y otros tantos de la Supercopa de Europa, más una de España. “Este es el Atleti que siempre soñé: un equipo campeón que pueda pelear por títulos con los mas grandes y ganar a cualquiera", dice cuando ya sabe que no seguirá formando parte de él.

Torres saltó del Liverpool al Chelsea, que nunca amortizó los 58,8 millones de euros de aquel traspaso. Acabó cedido en el AC Milan, aunque sólo por unos meses. Sólo intervino en diez partidos y en enero de 2015 regresó al Atlético. Si se tiene que quedar con un momento de su vida atlética, elige el día de su regreso, con el Vicente Calderón lleno sólo para verle de nuevo dar unos toques al balón con la camiseta rojiblanca. “Me marché y siguió siendo mi casa, uno puede tener varias casas pero siempre tiene un hogar”, explica.

Torres es un emblema para la afición pese a no ser el delantero más decisivo que ha pasado por el club en los últimos tiempos y pese a no haber levantado un solo trofeo con el primer equipo. Esto último aún tiene remedio: “Creo que es el momento de marcharme, ojalá que con un título”; “lo bonito es lo que tiene un principio y un final. Para este final queda poquito más de un mes y vamos a disfrutar y focalizarnos en lo importante que es que la afición esté con el equipo".