Cristiano Ronaldo se marcó el partido soñado. Ese que hizo que desaparecieran todos los focos que sobre él se posaban desde que hace un par de semanas encendiera la luz de alarma en el seno del Real Madrid.

Al final del choque ante el City (3-2) en el primer partido de la Champions el portugués estaba eufórico. Se sabía protagonista, algo que siempre quiere. No pudo ocultar su 'nuevo' estado de ánimo y ante la televisión mostró su sonrisa más amable y acabó con cualquier duda. "Lo celebro cuando lo tengo que celebrar".

El portugués acabó con su "tristeza" con un partido para enmarcar y con un final que se recordará siempre. Una remontada épica del Madrid en la que él fue el protagonista, junto a Di María.

Pero antes de que pasara eso, el crack luso ya había avisado con varios disparos que tuvo que sacar el meta Hart. El público, mucho más entusiasta y permisivo que el de Liga, estuvo con su ídolo desde el pitido inicial, con continuas ovaciones y dejando claramente a la vista que no habría reproches de ningún tipo por sus declaraciones de tristeza. Y con todo, el partido fue el soñado para CR7. Luchó, bregó, participó, jugó e hizo jugar.

Pero quedaba la guinda. Esta llegó para culminar la remontada en el '89. Fue inesperado, en el último instante, cuando todo parecía que iba a terminar con un empate y con una cara larga de Cristiano. Sin embargo, el destino quiso que el Bernabéu, cuando el partido agonizaba, despertase para iluminar el rostro del luso.

Un gol que, esta vez, sí celebró. Con rabia, con ganas, sintiéndose el protagonista, algo que le hace falta para ser de nuevo feliz. Cristiano ya está en paz con lo que sea o con quien sea.