Y en medio de todo, Pol Amat, que ayer aún no se lo creía.
¿Duró mucho la fiesta?
Poco, casi todo estaba ya cerrado, asi que a la una nos fuimos a la cama.
¿Les está permitido tomar una copa de más en esas fiestas?
Sí, pero llevamos una preparación muy estricta, así que no conviene pasarse.
¿De qué le cuesta más privarse por esa preparación?
De dulces, soy un goloso y me fastidia no poder comerlos.
¿No terminan con reuma después de cada partido?
Apenas. Sólo nos agachamos cuando llevamos la pelota.
¿Imaginó un final de partido así, con usted en plan protagonista?
Ni en el mejor de mis sueños.
Dicen que es usted el mejor jugador del mundo...
Yo sólo intento ayudar al equipo en lo que puedo.
¿Son galácticos?
Esos son otros. A nosotros sólo nos hacen caso cuando ganamos algo o en los Juegos.
¿Vive del hockey?
Durante unos años sí, pero he compaginado el trabajo en una auditoría con el entrenamiento y ahora me voy a Amsterdam a jugar.
¿Alguna auditoría a las instituciones deportiva?
No, pero me hubiera gustado pillarles algún agujero.
¿A quién le dedicó el gol?
A mis compañeros, que se lo merecían, y a mi novia.
¿No se atreve con el matrimonio?
Aún soy joven para eso.
¿Con qué sueña?
Con otro oro, olímpico.
BIO
Enumerar el palmarés de este barcelonés de 27 años es misión imposible. Medallista olímpico en Atlanta y nominado como mejor jugador del mundo de 2003, Amat abandonará el Polo para jugar este año en Amsterdam.
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