La imagen más reciente es la de las celebraciones del clan brasileño del Real Madrid. Primero representaron en Vitoria la cucaracha, boca arriba moviendo las piernas como indefensos insectos. Y este fin de semana, ante el Mallorca, ofrecieron a los aficionados blancos otra actuación animal: apareció en escena el canguro, llegado del desierto de Australia –aunque los blancos se defendieron aludiendo que ellos eran ranas–, antes de emprender, cual auténticos potros pura sangre, un carrusel de saltos de hípica.

 

Aunque Piterman, presidente del Alavés, los llamó «payasos» –sin ofender al colorido pez del mismo nombre–, muchos hinchas madridistas declararon al final del partido que lo único que habían visto eran gansos.

 

 

Para el recuerdo queda la imagen de Leandro, entonces en el Valencia, metido en la piel de un perro meando en un banderín; sólo le faltó la correa y el amo. Y quién no recuerda el revoloteo de la gaviota Catanha por los campos de Primera, luciendo la camiseta del Málaga o del Celta. Sin remontarnos tan atrás, Eto’o celebró varios goles el año pasado como un mono, en respuesta a los gritos racistas que recibía.

 

 

Aparte de estas salvajes celebraciones, en esta temporada campan a sus anchas otras especies: la pulga Messi, el conejo Saviola, el gato Romero, el cuervo López, el toro Acuña, el gallo Exteberría, el dragón Cañizares...

 

 

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Eto’o recurrió al mono el año pasado en varios partidos, como desafío a los que le lanzaban gritos racistas desde la grada.