Los belgas, con esta victoria, obtuvieron la segunda en los diez confrontaciones en España, ya que la anterior se produjo ante el Valencia (1-2) en la temporada 1982-83, en cuartos de final de la Copa de la UEFA.

El Real Betis,

plagado de jugadores poco habituales, se pareció más al de la competición española que a la Liga de Campeones -hasta ahora con una participación notable-, ante un Anderlecht también con importantes bajas en su equipo titular, con lo que el juego, en el primer tiempo, fue de pocos recursos técnicos en ambos contendientes.

Pudo adelantarse el Anderlcht a los 13 minutos, en un contragolpe que Iachtchouk no culminó por muy poco, al lanzar ajustado al poste izquierdo del marco de Doblas.

El primer lanzamiento a portería del Betis llegó a los 18 minutos, en remate desde lejos del zaguero Oscar López que atajó meta Zitka por bajo. La ocasión más clara de los verdiblancos llegó poco antes de la media hora de juego, en un saque de esquina que Rivas remató de cabeza y Goor alejó el balón en la misma línea de meta.

Sin embargo, el Anderlecht aprovechó las debilidades de la zaga bética para, ya en el minuto 44, aprovechar un contragolpe por medio de Kompany quien tras superar a su marcador, por la izquierda,

En el segundo, Serra Ferrer arriesgo con la salida a la cancha de Joaquin y Xisco, con lo que el Betis pareció coger mas ambición y Fernando, en una de las primeras jugadas trenzadas en este periodo lanzó un balonazo junto a la escuadra izquierda belga.

Luego, Serra Ferrer buscó más fluidez en el juego creativo de los verdiblancos, con la salida a la cancha del brasileño Marcos Assuncao.

Dominó de forma territorial el Betis a un Anderlecht que defendió con uñas y dientes su exigua pero valiosísima victoria (con el único gol marcado en esta edición de la Liga de Campeones), e incluso a los 86 minutos pudo ampliar su ventaja con un

contragolpe que Pujol no supo culminar, solo ante Doblas que despejó con los pies el remate del delantero belga.

Al final, decepción en la hinchada verdiblanca porque el equipo volvió a adolecer de capacidad rematadora, pese al portentoso partido de Alberto Rivera.