Las jugadoras montenegrinas habían convertido la zona mixta en una discoteca, cantando (voceando), bailando y celebrando su pase a la final tras ganar a España por un gol (26-27). A Silvia Navarro, la mejor portera del torneo, le salía un hilillo de voz. "Hoy no salió nada bien, defendimos muy mal y ellas nos hicieron mucho daño desde lejos".

Fue la clave del partido. España sabía cómo le jugaría Montenegro, plantel físicamente muy potente y con dos tallos con bates por brazos:  Bulatovic y Popovic. Entre las dos metieron quince de los veintisiete goles de su equipo y deshilacharon la defensa española hasta reducirla a la nada. "Sí, las conocíamos y sabíamos que nos jugarían así, pero no fuimos capaz de hacer nada: cambiamos la defensa varias veces pero no había manera", comentaba Macarena Aguilar.

El entrenador Jorge Dueñas no dio con la tecla. "Creíamos que una defensa con dos adelantadas nos iría bien pero no surtió efecto. Nos rompieron desde la defensa, pero es que en ataque también estuvimos muy espesos. Además notamos el cansancio físico porque ya llevamos siete partidos y en los minutos finales eso se nota. Y encima hemos tenido tres palos. Hoy no ha sido nuestro día".

"Ahora queda pasar una mala noche, pensar en lo mal que hemos jugado y levantarse", avisó Aguilar. El sábado a las 18.00 llega la ocasión de pelear por el bronce y ninguna jugadora está dispuesta a rendirse por el tropiezo. Por algo son las guerreras. "El bronce es un gran objetivo y nos recuperaremos para darlo todo y conseguirlo", cerró Eli Pinedo, cuerpo amoratado y ojos rojos pero dignidad y profesionalidad en toneladas para pararse a hablar ante los medios, como todas sus compañeras.