Las raíces de la capoeira se encuentran en el sureste de África, en la actual Angola, pero donde comenzó a popularizarse fue en Brasil durante el siglo XVIII. Sus pioneros fueron los esclavos africanos, que disfrazaron de baile esta forma de lucha para poder practicarla sin que se dieran cuenta sus amos. «Los esclavos tenían prohibido el entrenamiento marcial, pero utilizaron instrumentos musicales para simular que bailaban cuando venían los amos», explica el Maestro Pantera, profesor de capoeira en Madrid.

Existen hasta 18 niveles o grados de sabiduría que se diferencian entre sí mediante colores o atuendos. El tinte de la camiseta o la cuerda que se usa como cinturón pueden servir para distinguir a un maestro de una aprendiz. «Depende de cada uno, pero se necesita más o menos un año para pasar al siguiente nivel», relata el Maestro Pantera.

Cada salto de categoría va acompañado de una ceremonia, siendo la más importante la primera, conocida como bautismo: «El alumno practica frente a un maestro al que no conoce, que ha sido invitado especialmente para la ocasión, y si este considera que el alumno está preparado, le tumabará al suelo y le cocolocará una cuerda a modo de cinturón». Habrá pasado el primer examen.

El Maestro Pantera afirma que «el sonido de la música sirve para expresar lo que sientes», algo fundamental en la capoeira, que cuenta con 105 movimientos básicos. Toda exhibición va acompañada de música, con el berimbau como principal instrumento. Se trata de un arco que emite sonidos tribales gracias a una calabaza colocada en un extremo. Sólo los iniciados pueden tocarlo y marca los ritmos durante un combate.

«Es importante tener elasticidad y saber coordinar bien todas las partes del cuerpo», aunque como dice el Maestro Pantera «todo se puede conseguir con entrenamiento y voluntad». Para saber más sobre este deporte: www.capoeiracdp.com

La flexibilidad es básica. También el equilibrio, la coordinación y alcanzar un buen estado de forma.

Cualquier momento es bueno. Se puede empezar con cuatro años y hay alumnos de más de 70.

Depende de cada alumno, pero en un par de meses se le empieza a pillar el truquillo.

Suele practicarse en gimnasios, pero las exhibiciones se realizan también al aire libre. La playa es un lugar idóneo.

Los pantalones blancos, la camiseta y la primera cuerda cuestan unos 90 euros. Las clases, entre 30 y 50 al mes.