La vida le ha cambiado rápidamente a Fernando Alonso. Sin salir de Francia, en apenas siete días ha pasado de ser el gran referente en las 24 horas de Le Mans a ser el último de un Gran Premio de Francia para olvidar. McLaren sigue buscando excusas a un rendimiento paupérrimo y muy lejos de lo prometido, que no está ni mucho menos a la altura de lo que Toyota demuestra en el Mundial de Resistencia.

Y en esas está Alonso. La primera carrera de Fórmula 1 en Paul Ricard desde hace casi 30 años se zanjó para el español con un abandono forzado en la última vuelta, cuando la suspensión trasera izquierda de su MCL33 estaba partida. Daba igual entrar en meta o no: por aquellas iba último, lejos del penúltimo. Unas vueltas antes ya se había quejado amargamente por radio: "¡Sin ruedas, sin frenos, estamos fuera de los puntos y no me importa!".

La enésima queja de Alonso por radio viene a demostrar la sensación de impotencia que atraviesan. El GP de Francia es, de momento (aún puede ser peor), el punto más bajo de la temporada para el asturiano, que además tuvo mala suerte. En la primera vuelta se vio envuelto en el lío provocado por un Vettel que tuvo mucha suerte. "Me toqué con él e hice trompo y el siguió sin ningún daño en el coche. En la primera vuelta del 'restart' y con cuatro segundos de ventaja, jugándote el Mundial tomó bastante riesgo. Le salió bien esta vez; otras veces no le saldrá tan bien", dijo el asturiano, que después también le dejó un recado en twitter.

La carrera de Austria, el próximo fin de semana, será una nueva oportunidad para Alonso y McLaren. Ni él mismo lo tiene claro. "Esperemos que haya sido un caso aislado. Lo veremos rápidamente en cuatro días en Austria. Tengo esperanzas de que cambie la cosa y poder estar más cerca del 'top' 10", dijo.