Alberto Suárez y su carrera fulgurante hacia el oro y el récord

  • Comenzó a correr tras diagnosticarle una enfermedad degenerativa de la vista.
  • Se coronó en los recientes mundiales de atletismo paralímpicos en Nueva Zelanda.
  • "No me gusta entrenar con música. Prefiero escuchar mi cuerpo".
El atleta paralímpico Alberto Suárez.
El atleta paralímpico Alberto Suárez.
CPE-SERVIMEDIA
El atleta paralímpico Alberto Suárez.

La vida de Alberto Suárez, un tornero fresador de la metalurgia asturiana que jugaba de portero al fútbol sala, cambió hace poco más de tres años. Le detectaron una enfermedad genética degenerativa en la vista y tuvo que dejar su trabajo. "Empecé a correr con unos amigos que querían perder algo de peso y al año y medio fiché por el Oviedo Atletismo", recuerda Alberto.

Especializado en el medio fondo, en el segundo maratón que corría, el de los Mundiales de Atletismo Paralímpico de Nueva Zelanda, que se disputaron a finales de enero, se colgó el oro y estableció un nuevo récord del mundo (2.28:10).

"En mi primer maratón, en el Maragalón, en Asturias, hice mejor marca (2.24), pero no me lo homologaron al no ser una prueba internacional", explica el asturiano, quien no duda si se ve obligado a elegir entre el oro y el récord: "El oro. El récord es un regalo, pero todos se terminan superando".

Alberto compite con atletas que tienen menos de un 10 % de visibilidad. "Yo todavía puedo correr sin guía. En el próximo maratón, ya veremos. En la pista me oriento por las líneas, pero en la calle es más difícil y nos tienen que poner coches en los cruces. Si te despistas, pierdes el ritmo".

Ese ritmo fulgurante que le hizo cruzar la meta en primer lugar después de 42,195 km, "con las piernas acalambradas. Tenía una necesidad enorme de beber agua. Fue muy duro porque no nos dieron comida en carrera, por el sol, el viento, corrí mucho tiempo solo... En teoría, nos lleva una semana recuperarnos totalmente".

"Cuando corro pienso en mi hijo"

En plena temporada, el atleta Alberto Suárez entrena siete días a la semana, llegando a correr un total de 160 km. "No me gusta entrenar con música. Prefiero escuchar mi cuerpo, mis pulsaciones...", cuenta este ovetense de 33 años.

"Cuando me diagnosticaron la enfermedad, me vino bien salir a correr y no pensar demasiado. Ahora, en las tandas largas, siempre me acuerdo de mi hijo de 16 meses, Álvaro".

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