En España, únicamente dos jugadores de balonmano pueden presumir de haber estado presentes en los dos títulos mundiales de los Hispanos (2005 y 2013). Son Alberto Entrerríos y Albert Rocas, pero solo el segundo disputará con la selección española el Europeo de Dinamarca, país al que emigró este verano para jugar en el KIF Kolding, dejando atrás al todopoderoso Barça. Rocas (16 de junio de 1982, Palafruguell, Gerona) explica las sensaciones del equipo antes de debutar este domingo 12 de enero contra Hungría (18.15 h).

Todos los equipos querrán ganar a la campeona del mundo...

Seguro. Es un plus añadido de presión y competitividad, pero no creo que nuestras opciones hayan cambiado mucho con respecto al año pasado.

¿Por qué?

Porque el oro mundialista lo ganamos jugando a un alto nivel y en casa. No vamos de tapados, pero tampoco somos el mejor equipo del Europeo.

Entonces, ¿quiénes son los favoritos?

Como en 2013, Dinamarca, Croacia y Francia. Nosotros podemos ganar a cualquiera, pero debemos ir con humildad.

Y también están los lesionados.

Sí, sobre todo, el portero Arpad Sterbik y el pivote Julen Aginagalde. Julen está aquí con nosotros y se está tratando. Estará para cuando le necesitemos, pero hay que tener claro que, probablemente, sean los mejores del mundo en sus posiciones y eso cualquier selección lo nota. Aunque nuestra fuerza es el grupo no un único jugador.

¿Cuál es el objetivo?

Luchar por las medallas. Decir que vamos a ganar el oro sería mentir, pero sacar medalla es posible, como hemos hecho históricamente.

Hungría, Noruega e Islanda para empezar. ¿Les podría haber tocado más difícil?

(Risas). Si, será muy complicado ganar los tres partidos, pero si salimos victoriosos del grupo, eso nos dará un enorme plus de confianza.

Mirándolo con perspectiva, ¿ha mejorado algo la situación del balonmano tras el oro en el Mundial?

No ha mejorado porque la situación en España no ha mejorado. Si no hay dinero para necesidades básicas como la salud o la educación, es normal que no haya dinero para el deporte. Lo primero es comer y tener trabajo. También quiero recalcar que en España ha habido un gran problema y es que el deporte estaba subvencionado. Esto hay que cambiarlo, mejorar la ley de mecenazo y esponsorización. En otros países está prohibido que entidades públicas inviertan dinero, por ejemplo, en equipos de fútbol.

Usted ha emigrado este verano a Dinamarca. ¿Hay que irse fuera para vivir del balonmano?

Nadie quiere irse, pero la crisis te empuja. Sin embargo, desde hace tiempo yo también tenía ganas de probar en el extranjero. Por ahora he firmado por 4 años. Marcharse también tiene un aspecto bueno: abre tu mente. Antes, dado el potencial de los equipos españoles, empezabas y terminabas tu carrera en tu país.

¿Y su familia como lleva la distancia?

Mi mujer trabaja en Madrid y se ha quedado allí porque también tenemos un niño de dos años y otra que está en camino para abril. Como todos, vamos trampeando porque no estamos para dejar el trabajo ninguno de los dos. ¡Esto no es fútbol!

¿En Dinamarca se nota la crisis?

Claro, como en todos los lados. Es posible que no se vean extremos que se están viendo en España, pero también porque su cultura es más austera y de estar en casa.

¿Qué es lo mejor de ese país?

Tienen muchas servicios sociales y prestaciones laborales como que te busquen trabajo cuando estás en el paro o que te ingresen casi íntegro el sueldo. De todas formas, cuando estás fuera te das cuenta de que España tiene buenas cosas. Somos nuestros mayores críticos.

¿Qué echa de menos?

La vida social y la luz solar. Aquí a las 16.00 horas es de noche.

Con 31 años y muchos campeonatos a sus espaldas, ¿le piden consejo los nuevos?

La selección es un grupo de amigos y lo importante es rendir día a día. Es normal que los que llevemos más tiempo les ayudemos, pero los jóvenes de hoy en día están muy espabilados y son muy buenos.

¿Llegará a los JJ OO de Río 2016?

De momento, he llegado a este campeonato. Yo seguiré hasta que tenga ilusión, siempre que el seleccionador me llame. Estuve un año sin venir y aprendí a valorarlo. Fue un momento muy duro y ahora solo quiero disfrutar cada campeonato porque igual es el último.

¿Qué le pide a 2014?

Una medalla, sea la que sea. Si puede ser el oro, mejor, para quitarme la espinita clavada de 2006 cuando Francia nos ganó en la final. De todas formas, estar en las semis sería un éxito de continuidad. Demostraría que seguimos en lo más alto.