El acto organizado por Coros durante la semana de UTMB en Chamonix permite disfrutar del excelente momento del trail running femenino. Maite Maiora y Aroa Sio velan armas de cara a la que se avecina, los 170 kilómetros de UTMB. Sara Alonso está radiante tras ganar el muro de la ETC (15 kilómetros con 1.200 metros de ascensión y otros tantos de descenso) y Virginia Pérez ha subido al podio de los 40 kilómetros de la MCC.

Todas ellas son conscientes de que están donde tienen que estar. "Esto es como las Olimpiadas del trail running", asegura Alonso, que llegaba a Chamonix a probar suerte tras casi un año marcado por las lesiones y se ha encontrado la victoria: "Ha sido increíble. Te das cuenta de la importancia de esta carrera porque, nada más ganar, mi Instagram hizo boom".  

Maite Maiora ya subió al podio de UTMB hace unos años y conoce la trascendencia de una carrera como esta: "No te cambia la vida, pero está claro que te da un prestigio enorme. Aquí el nivel es altísimo y es una prueba constante contra las rivales y contra ti misma".

Esa lucha la vivió de primera mano Virginia Pérez, segunda en MCC, pues su carrera tuvo de todo: "Fue una carrera muy rápida donde nos llovió e incluso nos nevó en las cotas altas, pero al final todo fue muy divertido".

Quién más extraña se confesaba por las atestadas calles de Chamonix era Aroa Sio, gallega pero afincada en Estados Unidos durante meses: "A mi gusta más correr un poco a mi bola, salir a la montaña y pasar tiempo allì sin gente, pero bueno, está claro que si eres atleta de trail tienes que estar en UTMB".

Cada atleta es un universo y estas cuatro estrellas lo prueban. A la hora de medir sus esfuerzo, Aroa y Virginia optan por las sensaciones, y luego ya, si eso, echarán un vistazo al reloj. Por su parte, se nota que Sara llega del atletismo: "Yo hay veces que me pongo las alertas cada 500 metros o incluso 250, así voy viendo si voy más rápido o despacio".

De cara a la paliza que llega el fin de semana, UTMB, Maite sueña con acabar, no pide más, para quitarse así la espinita que aún tiene clavada tras su último abandono: "Sigo recordando aquel momento, una y otra vez, confiesa", mientras Aroa espera, por encima de todo, "disfrutar en este paisaje tan maravilloso".