La trampa infalible de Croacia para superar eliminatorias en los mundiales

Modric patea su penalti durante la tanda del Croacia - Brasil.
Modric patea su penalti durante la tanda del Croacia - Brasil.
Espiritu competitivo
Modric patea su penalti durante la tanda del Croacia - Brasil.

La selección croata de fútbol mantiene un idilio con las prórrogas y las tandas de penaltis que escapa a la razón y la comprensión humana. Dominar una fase del juego tan compleja como intermitente (apenas se celebran tandas de penaltis habitualmente) en un deporte tan competitivo como el fútbol debería ser una quimera, pero Croacia lo ha transformado en una estrategia, en un arte, en una realidad. 

Los datos hablan por sí solos. En 18 penaltis lanzados en cuatro tandas mundialistas, Croacia ha sido capaz de anotar 14 y apenas ha fallado 4. En cambio, de los 18 penaltis recibidos por los croatas, apenas encajaron 8, y salvaron otros 10. Número estratosféricos en la 'lotería' de los penaltis para una selección que guarda una relación muy especial con la Copa del Mundo. O no pasan la fase de grupos, o llegan como mínimo a semifinales (tres veces desde 1998).

El espíritu de supervivencia de los croatas, heredado de la catástrofe y la guerra en su país natal, les ha servido para hacerse maestros de una suerte que requiere de templanza, sangre fría y mucha calidad para definir, porque esa resistencia es la que aplica Croacia en cada eliminatoria, en cada ronda de la fase final de los mundiales, para arrastrar a su rival hasta su trampa mortal.

Aunque nunca ha sido un combinado exento de calidad, que ha contado con estrellas como Boban, Suker o ahora el Balón de Oro Luka Modric, su principal virtud siempre ha sido la intensidad y el orden defensivo. A partir de ahí, la generación de oro del fútbol croata ha diseñado un sistema infalible para alcanzar la victoria en los mundiales. Le sirvió en Rusia 2018 para llegar hasta la final, y va por el mismo camino en Qatar. 

Livakovic, héroe croata ante Japón y Brasil en ambas tandas de penaltis.
Livakovic, héroe croata ante Japón y Brasil en ambas tandas de penaltis.
Agencia EFE

Todo comenzó en los octavos de final del Mundial de Rusia 2018. Croacia derrotó a Dinamarca en los penaltis después de empatar a 1 durante los 90 minutos. Fue Dinamarca la que se adelantó. Después fue el turno de Rusia, que había echado a España también por penaltis. Rusia se adelantó, el partido acabó 2-2, y Croacia pasó en la tanda de penaltis. Por último, contra Inglaterra el plan fue aún más efectivo, ya que no necesitaron de los penaltis. 2-1 en la prórroga, y a la final. 

Ahora, Croacia está siguiendo los mismos pasos que hace cuatro años, al superar dos tandas en octavos y cuartos. Falta la prórroga de las semis. De este modo, Croacia ha logrado tejer una red impenetrable en torno a su portería, y cuando sufre o encaja gol, la entrega y la combatividad de sus delanteros vuelve a igualar las fuerzas con sus rivales. Cuando agotan al contrario, ellos siguen conservando una frescura inusitada, sobre todo en el plano mental. Su estrategia consiste en resistir, llegar a la prórroga, seguir resistiendo, y sentenciar a su rival, exhausto física y mentalmente, en la tanda de penaltis, donde nada de lo que ha sucedido antes importa ya.

Así, el rival termina confuso, impotente y agotado por no poder haber superado la defensa 'numantina' de los croatas. Entonces, la fortaleza mental, y por qué no decirlo, esa pequeña dosis de suerte que todo equipo necesita para prosperar, entran en juego, y siempre a favor de Croacia. Es una estrategia arriesgada, sin duda, pero la fe croata en ella es tal, que no les ha importado jugar contra Japón o Brasil. El plan fue el mismo, y el plan fue ejecutado a la perfección.

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