El histórico boxeador Pete Rademacher ha muerto a los 91 años de edad en Sandusky, Ohio, después de toda una vida dedicada al ring. Considerado uno de los grandes púgiles estadounidenses, su carrera quedó marcada por dos combates.

El primero, su mayor éxito como amateur, fue la victoria en la final olímpica de los pesos pesados en los Juegos de Melbourne de 1956. El americano se enfrentó al soviético Lev Mukhin, en un momento crítico de la Guerra Fría. Sólo necesitó un asalto, que finiquitó con un gran gancho de izquierda, para llevar a la lona a su rival.

Quienes le levantaron a hombros no fueron los estadounidenses, sino la delegación húngara. La URSS había invadido el país magyar ese año, por lo que este combate, celebrado el 1 de diciembre, se consideró una pequeña revancha por parte del bloque aliado.

Menos de un año después, Rademacher decidió hacerse profesional y debutó de una manera que aún hoy nadie se ha atrevido: en un combate por el cinturón de los pesos pesados.

Su rival fue Floyd Patterson, que a sus 22 años ya estaba considerado uno de los grandes. Apenas nueve meses después de proclamarse campeón olímpico, Rademacher llevó a la lona varias veces a su rival, pero el árbitro paró el combate en el sexto asalto.

Sus últimos años de vida se perdieron en la nube de la demencia. Desde hace tiempo, Rademacher olvidó sus hitos en el ring y en los campos de fútbol americano, disciplina en la que que también destacó con la universidad de Washington. Su familia ha decidido donar su cerebro a la ciencia, para que estudien los efectos de los deportes que practicó y su posible relación con su enfermedad posterior.