La matemática se atreve a calcular los vínculos entre los estilos del flamenco

Un equipo de investigación han identificado los vínculos entre los principales estilos del flamenco a través de un cálculo mediante el ritmo que marcan las palmas
Los investigadores proceden de la Universidad de Sevilla, la Universidad Politécnica de Madrid y las canadienses Queen's y McGill, y han contado
con la colaboración de una concertista de la Real Escuela Profesional de Danza de Madrid.
 

Según publica el último número de La Gaceta de la Real Sociedad Matemática Española, los expertos consideran que la clave está en la secuencia rítmica.

"En términos sencillos, podemos definirlo como una división o partición del tiempo de ejecución musical", afirma José Miguel Díaz-Báñez, profesor de Matemática Aplicada en la Universidad de Sevilla y responsable del estudio, que recoge la Red de Revistas Científicas de España.

El trabajo de Díaz-Báñez se ha centrado en analizar las relaciones entre los estilos flamencos, fijando su atención exclusivamente en el ritmo que marcan las palmas.

Los expertos han desarrollado un árbol filogenético para la evolución de los compases del flamenco representados por cinco palos: fandango, soleá, bulería, seguiriya y guajira.

"El patrón rítmico o compás sería el código que contiene la información genética" de cada estilo, explica el experto.

Así, de igual modo que en las comparaciones entre especies, el primer paso consiste en calcular las distancias, es decir, obtener una medida que permita establecer cómo de similares son sus "materiales genéticos".

Los cálculos

Díaz-Báñez y su equipo han utilizado dos medidas: la distancia cronotónica (usada habitualmente en estudios de fonética y reconocimiento de voz y que mide la diferencia que existe entre la representación gráfica de dos ritmos) y la distancia de permutación dirigida, que es de reciente aparición, y ha sido propuesta por el profesor Toussaint para estudiar los ritmos africanos.

La permutación dirigida se define como el mínimo número de permutaciones o cambios que llevan de un ritmo a otro. Así, por ejemplo, si se una palma por un silencio se obtiene una permutación.

"Precisamente este tipo de cambios lo hemos apreciado en una modificación del compás que se viene haciendo últimamente en la bulería", apunta el investigador de la Hispalense a la Red de Revistas Científicas.

Recopilando y analizando todas las distancias con técnicas de Bioinformática, han construido un árbol que refleja las relaciones evolutivas entre las "especies musicales". A partir de él esperan determinar la procedencia de cada estilo, encontrar posibles ritmos ancestrales e, incluso, identificar las propiedades que hacen que exista predilección por ciertos tipos de ritmos.

Los autores del trabajo han detectado una propiedad geométrica de preferencia, habitual en ciertos palos flamencos, a la que denominan "asimetría rítmica", y que está relacionada con el concepto de silencio alargado que tanto atrae a los aficionados a estos cantes. Su presencia en bulerías, bulerías por soleá y soleares podría explicar la popularidad de la bulería entre el público general, así como la inclinación de los llamados "puristas" del flamenco por los estilos que usan el patrón de la soleá.

El fandando y la guajira  

Por otro lado, la investigación parece refutar la idea de que el fandango, que ocupa una posición central en el árbol filogenético, podría ser la fuente de todos los compases flamencos.

También ocupa un lugar central la guajira, un estilo de los llamados de ida y vuelta que emigró a Cuba y volvió al flamenco "prendado de los modos musicales sudamericanos", aunque en este caso Díaz-Báñez atribuye su situación a un "posible indicio de ancestralidad".

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