El Barcelona jugó ayer el partido necesario para curar sus heridas. Sin valor deportivo, la importancia psicológica del encuentro de ante el Stuttgart, cierre de la cómoda primera fase de la Champions, era fundamental. El equipo no había convencido y la afición andaba mosca.
Y el asunto fue bien. Incluso el visitante germano contribuyó marcando a las primeras de cambio. El Barcelona reaccionó pesadamente, pero lo hizo. El empate lo logró Giovani, rematando, ¿con la mano?, un centro de Ronaldinho. Después llegó el segundo: Eto’o no se ha olvidado de marcar. Y al final, el tercer tanto, de Ronaldinho, que sonríe.
Sólo falto el gol de Bojan, que aspiraba a ser el más joven de la Champions en marcar, pero no lo consiguió. Al menos, su equipo ha recuperado el buen camino.
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