María José (41 años) tiene su puesto en el servicio de farmacia de un hospital madrileño aparcado desde hace unos meses para dedicarse a la labor de delegada sindical. Si es complicado aunar vida familiar y empleo, el ingrediente sindical añade aún más complejidad. En el hospital, donde son mayoría mujeres, no percibe discriminación. Ella está casada y tiene dos hijos, de 9 y 13 años. A diario se reparte la crianza con su marido a partes iguales, pero últimamente, con la Sanidad madrileña en lucha por los recortes, ha pasado muchas noches encerrada en el hospital. "Nos intentamos compaginar, en eso hemos puesto mucho empeño", aunque reconoce que aún tienen tareas marcadas por sexos. "Si no le gusta hacer determinada cosa no se la pido, pero a mí tampoco me gusta encargarme del coche", dice. A su hijo, que es el mayor, le pide más responsablidades que a su hija, como ordenar su cuarto y hacerse la cama. Ella opina que la convivencia sería más fácil si las mujeres educaran por igual a hijos e hijas. Y sí, considera que ahora las mujeres están "seriamente" perdjudicadas: "Hemos salido de casa y seguimos asumiendo la casa".
JORGE PARÍSConso Martínez: 38 años, profesora de Infantil y madre de dos hijos. En su día a día solo tiene unos minutillos para ella. "Mientras me tomo el café y los niños aún duermen". Cuando se levantan comienza su jornada: desayunos, cole, trabajo. Los días que no tiene reuniones en la escuela puede ir buscar a los niños al colegio. Después visita al parque, baños y cena, tareas que comparte con su marido. En el trabajo ella no sufre discriminación. Preguntada por el sexismo opina que "todavía se estimula y se habla de diferente forma a los niños y a las niñas". La maestra cree que no hay igualdad real. "Inconscientemente nos hemos repartido por roles", aunque nota avance, "antes los padres ni se relacionaban con los hijos" y su marido ha sido pionero en pedir una excedencia para cuidado de su segundo hijo. En su opinión, hacen falta "políticas de igualdad". Ella sugiere que la baja paternal, "sea de 30 días y obligatoria".
JORGE PARÍSPilar Duque: 36 años, subdirectora y madre soltera de una entidad bancaria. Hace un año nació su hijo Nicolás, por inseminación artificial. Esta socia de Madres Solteras por Elección, veía que se acercaban los 40 y tras un par de relaciones fallidas apostó por su deseo de ser madre. "Llevo la vida de cualquier otra mujer con 1, 2 o 3 hijos que tenga pareja porque casi siempre son ellas las que se hacen cargo", explica. Si bien no padece ni ha padecido discriminación laboral por ser mujer, si piensa que aún no se ha conseguido la igualdad. "Sigue habiendo demasiados casos en los que las mujeres no pueden optar a puestos por ser mujeres, otras que ganan menos que sus compañeros y trabajos en los que no se facilita la conciliación. Parece que los jefes no hubieran tenido hijos". Pilar no tiene problemas a la hora de conciliar trabajo y familia: "Es más la barrera psicológica que te pones. Si el niño está malo, internamente creemos que van a pensar que como soy mujer y madre ya trabajo menos".
JORGE PARÍSCon 31 años y una licenciatura en Antropología y Humanidades, Laura García está en el paro —como otras 5.300.000 mujeres en España—una experiencia que está narrando a través de su blog paradaprecaria. Tras cuatro años de becaria, Laura se encontró en enero de 2012 sin trabajo y sin derecho a prestación. Lleva un año "trampeando": con colaboraciones, de falsa autónoma, "como se puede". Dice no haber vivido la discriminación en sus carnes, pero descarta por completo que la española sea una sociedad igualitaria, "ahí están", dice, "los estudios y las estadísticas". Opina que las mujeres lo tienen peor en tiempos de crisis para encontrar trabajo, sobre todo si tienen cargas familiares. "Es innegable que las interrupciones por maternidad siguen siendo una dificultad".
JORGE PARÍSShaida Elhcmi (38 años) trabaja 6 días a la semana y tarda una hora (y tres transbordos) en ir a su frutería, en Ciudad Lineal, desde Getafe, donde vive. Llega a las diez a su tienda. Como su marido madruga para ir a comprar género, ella antes lleva a sus dos hijos al colegio. Asegura que todo le cuesta mucho y para que la conciliación sea real está dispuesta a traer a sus hijos a un colegio cerca de su trabajo. Piensa que las cosas no han cambiado. "Aquí en la tienda vienen muchas más mujeres, amas de casa, que hombres a hacer la compra". Lo que tiene se lo ha ganado a pulso: "Trabajo mucho, incluso los sábados, así que al final solo tengo el domingo para descansar y para mi familia".
JORGE PARÍSSusana Pagés: 36 años, diseñadora de moda, empresaria, soltera y sin hijos. Mantiene que "aún hay empresarios que prefieren contratar a un hombre". "Afortunadamente", cada vez son menos, explica. Asimismo, asegura que hay que seguir promoviendo un "cambio de mentalidad", mediante la formación y la educación "en casa". Por otro lado, la conciliación laboral y familiar es una tarea "complicada". Es necesaria la ayuda de las parejas, pero, sobre todo, de las administraciones para lograrla. Su día arranca a las 7.30 h. Sobre las 8.30 h sale de casa para reunirse con su socio y planificar el día. Luego, atiende a proveedores y a las primeras citas del día. A las diez abre su tienda y allí permanece hasta las 13.30 h. Por la tarde, permanece en la tienda entre 17.30 y 20.30-21.00 h. Los sábados vuelve a abrir su negocio, aunque hasta mediodía, porque las tardes va al estudio. Los domingos, para "descansar".
PACO PUENTESEsther González: 42 años, asesora, casada y madre de una niña de 7 años.Esther se confiesa "afortunada" al haberle permitido su trabajo conciliar la vida laboral y familiar. Sin embargo, más que por un avance en las leyes, asegura que es gracias a que sus jefes siempre se han mostrado comprensivos. Desde enfermedades hasta festivales escolares. Su marido José trabaja para un Ayuntamiento, así que, como entra a las 8 de la mañana, es ella la que se encarga por las mañanas de preparar a Alba para desayunar y acompañarla a la parada de autobús para ir al colegio, donde siempre la esperan sus padres o sus suegros para llevarla hasta el colegio. Por las tardes, todo es más fácil ya que su marido ya está liberado del trabajo. Esther asegura que sin la ayuda de los abuelos les sería "mucho más difícil" organizarse.
BIEL ALIÑOConchi Llobet: 64 años, maestra prejubilada y voluntaria en dos colegios y un hospital. Vive en pareja y tiene dos nietos. Esta vecina del barrio del Clot de Barcelona siempre ha sido muy activa, quizá por la energía que le transmitían sus alumnos pues ha sido maestra durante 42 años. De ahí que tuviera dudas cuando le plantearon la posibilidad de prejubilarse hace 4 años. "Tenía muy claro que no me iba a quedar en casa, no soy una ama de casa", explica Conchi. Cada mañana imparte dos horas y media de refuerzo de matemáticas, catalán, lectura, naturales y plástica a alumnos de segundo ciclo de Infantil de dos escuelas. Además, los jueves por la tarde da clase a niños con cáncer en un hospital para que no pierdan el ritmo. "Los niños te dan vida y te enseñan, te dan lecciones de vida, no se quejan, son valientes... Todavía me sorprenden", admite Conchi, quien ocupa las tardes de los lunes, miércoles y viernes en cuidar de sus nietos: Pol, de dos años, y su hermana Júlia, de ocho. "Lo hago para ayudar a mi hija pero también porque me gusta ver cómo crecen".
R. B.