Cristina Teva: "Pedro Almodóvar ha vivido tanto que te hace él solo la entrevista"

  • La periodista repasa la actualidad del cine y las series en el programa 'Pool Fiction' acompañada por un grupo de expertos.
  • Lleva diez años cubriendo la alfomba roja de los Oscars donde incluso se ha golpeado la nariz contra las gradas antes de un directo.
  • Confiesa que le encanta la radio y que se ve haciendo otras cosas al margen de la televisión.
La periodista Cristina Teva ha presentado numerosos programas de cine y ha cubierto la ceremonia de los Globos de Oro y la alfombra roja de los Oscar.
La periodista Cristina Teva ha presentado numerosos programas de cine y ha cubierto la ceremonia de los Globos de Oro y la alfombra roja de los Oscar.
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La periodista Cristina Teva ha presentado numerosos programas de cine y ha cubierto la ceremonia de los Globos de Oro y la alfombra roja de los Oscar.

La periodista Cristina Teva tiene dos amores: el cine y las series. El primero es un amor más salvaje, corto e intenso. Las series, en cambio, son un affaire más duradero. Sobre ellos habla cada semana en Pool Fiction (Movistar Estrenos -dial 31-, jueves 21.30 h), un magacín que abarca estrenos y novedades seriéfilas y cinéfilas en el que también participan Isabel Vázquez, Alberto Rey, Carlos Marañon y el humorista Quique Peinado. Las entrevistas también tienen cabida y por el plató del programa han pasado José Coronado, Javier Cámara, Alberto Ammann...

¿De dónde surgió el nombre de 'Pool Fiction'?

El juego de palabras es por englobar todo lo que es ficción en la pequeña y la gran pantalla. Y ‘pool’, un verbo que en inglés significa unir, subraya esa idea. La gente lo recuerda fácilmente, pero no tiene nada que ver con la película de Tarantino.

Trabajar en un canal de pago, ¿da más tranquilidad que en uno en abierto porque las audiencias no son las que mandan?

Sí, en todos los aspectos porque no están tan pendientes de las audiencias como en las generalistas. Eso es innegable. Pero bien es cierto que también hay un público que está pagando por unos contenidos y que estos no se consumen de la misma forma que en abierto. Por ejemplo, tienes la opción de grabar los contenidos y verlos cuando te apetece. Así que también es muy difícil calibrar la audiencia de los espacios. Pero lo que interesa es ofrecer productos de calidad que no puedas encontrar en otras cadenas.

¿Qué famoso te gustaría que fuese al programa?

Candela Peña, Fernando Trueba, Penélope Cruz…

¿Y Jared Leto? En los Oscars fue bastante impertinente contigo

Resulta gracioso cómo se ven las cosas desde el sofá porque esa no fue la sensación que tuve. Yo me acerqué y le pregunté que ‘cómo estaba’ para no entrarle directamente. Entonces, Jared Leto bromeó y me dijo ‘ah, ¿esa es tu pregunta?’ y después cuando quise saber cuál de las películas candidatas le había emocionado se marchó sin más. Mi sensación es que no se había visto las películas y trató de salir de la mejor manera posible para no soltar una cagada que al día siguiente fuera titular en todos lados.

¿Cuál ha sido el momento más surrealista que has vivido en la alfombra roja?

Cuando Clint Eastwood nos ‘robó’ unos caramelitos de menta que mi compañero Guillermo de Mulder dejaba siempre tras un arbusto. Yo le preguntaba a Eastwood sobre el bien y el mal, el sentido de la guerra... a raíz de la película Cartas desde Iwo Jima, pero pasaba olímpicamente de mí porque estaba más pendiente de los caramelos. En ese momento, me di cuenta de que da igual las preguntas que pienses o lo que te prepares porque al final la gente se queda con la anécdota. Nadie va a recodar lo que preguntaste o lo que él te respondió.

Ana García Siñeriz, quién cubrió durante diez años la alfombra roja de los Oscars para Canal Plus, sufrió un cólico de riñón en medio de una ceremonia. ¿Te ha pasado algo así?

Nada tan dramático como lo de Ana. Me han pisado el vestido, se me han caído los guiones al suelo, he recibido ‘camarazos’ en el cráneo… una vez, poco antes de empezar un directo, me di en la nariz con una barra de hierro de las gradas cuando iba al cuarto de baño. No llegué a sangrar, pero me asusté un poco porque ya me había roto una vez el hueso propio de la nariz. Fue justo en la edición en que Mickey Rourke estaba nominado por El Luchador y pensé ‘mira, este es mi homenaje’ (risas). Un año que hacía mucho frío recuerdo que Jeremy Renner me puso un abrigo. Ese tipo de gestos, cuando se salen un poco del protocolo, son muy agradecidos.

Y una vez que se acaba la alfombra tendrás ganas hasta de quemar el vestido…

Da mucha satisfacción quitarte el vestido después de cubrir la alfombra: es como cuando te quitas unos tacones después de un baile. Una vez que acabo en la alfombra, pillo un taxi (tarea casi imposible) y veo en el hotel lo que queda de ceremonia por saber quién ha ganado. Es algo que me hace ilusión. Y, después, me voy con Guillermo de Mulder al típico bar de estilo años 50 a comer una súper hamburguesa con mucho kétchup y patatas. Es casi como una tradición.

¿Con qué entrevistas has disfrutado más?

Una de las más recientes fue con Pedro Almodóvar. Me hizo muchísima ilusión porque nos recibió en su casa. Es una persona que sabe tanto de cine, ha vivido muchísimas cosas, tiene tanta gracia… que cuando le dices ‘hola, qué tal’ te hace él solo la entrevista y piensas ‘qué suerte tengo de tener este trabajo’. Jodie Foster resultó ser una persona brillante. Me parece fantástico que en Hollywood existan mujeres así; que lo hacen todo, llevan una vida normal y, en definitiva, hacen lo que les da la gana. Hay personas con las que te pasarías horas hablando, que no son nada pedantes…

Pero algún personaje te habrá salido rana.

Stephen Frears es muy parco en sus respuestas y en esa entrevista sudé. Tampoco fue una sensación de: ‘me quiero morir’, pero no lo puso fácil. Supongo que yo tampoco le estaba haciendo las preguntas más inteligentes del mundo. Luego está Anthony Hopkins al que afortunadamente nunca he entrevistado y mira la blasfemia que estoy diciendo para un cinéfilo.

¿Tan malo es?

Horrible. Por lo visto es de esas personas que se dedican a calibrar la inteligencia del entrevistador, que por supuesto, está a años luz de hacerle una pregunta a la altura. Recuerdo que en los Oscars le pillamos en un canutazo rápido y fue desagradable. No tanto por su respuesta, sino por la actitud. Una periodista incluso salió llorando después de una entrevista con él. Algo que he escuchado muchas veces.

¿Alguna vez has sentido que un entrevistado te infravaloraba por ser una mujer guapa?

No lo he notado, pero seguramente ha pasado. También te digo que soy muy despistada. Evito estar pendiente de ese tipo de cosas porque entonces te amargan todo. Prefiero centrarme en la energía que me transmite la otra persona, a quien quizás en ese momento no le apetece hacer la entrevista, pero si es un profesional entiende que forma parte de su trabajo y trata de hacerte pasar un buen rato.

¿Qué serie marcó tu infancia?

MacGyver me resultaba ingeniosa por aquello de ver cómo era capaz de hacer estallar un coche con un chicle, pero me entretenían más V, El Equipo A y Verano Azul. Me daban mucho miedo los lagartos de V, pero seguro que si los veo ahora me va a parecer todo cartón piedra y se me va a caer un mito (risas). Pero en aquella época, los 90, y desde mis ojos de niña aquel universo estaba muy bien recreado.

¿Sueles hacer maratones de capítulos de tu serie favorita?

Sólo por trabajo. Me tragué enteras todas las temporadas de Los Tudor, pero he de reconocerte que lo disfruté. También es verdad que son cosas que por una cuestión de tiempo no suelo hacer.

Con las dosis de sexo que hay en la serie tampoco te ibas a aburrir demasiado.

Me lo pasé pipa (risas). Recuerdo que Jacinto Antón, periodista cultural de El País, la definía como una mezcla de Shakespeare y Calvin Klein. Y no lo pudo resumir mejor.

Luego, viajaste a Dublín y conociste a Jonathan Rhys-Meyers.

Aquello fue curioso. Una vez que habíamos entrevistado a todo el equipo, nos avisaron a los periodistas de que Rhys-Meyers se iba a pasar a saludarnos. Durante una pausa, se acercó por donde estábamos. Apareció muy metido en el papel: con una voz ronca y cojeando porque por aquella época su personaje ya tenía gota. Así que, realmente, no vi a Jonathan Rhys-Meyer sino a Enrique VIII (risas).

Si estaba tan metido en el personaje, supongo que lanzaría alguna mirada lasciva.

No, no estaba para esos trotes. Me pareció todo surrealista porque pensé que era el clásico que cuando se sale del personaje debe de tener un vacío interior muy grande. ¡Menos mal que no le entrevisté!

¿Te ves haciendo otra cosa que no esté relacionada con el cine?

Más bien me veo haciendo otras cosas que no tengan que ver con la televisión, aunque no sé muy bien para qué sirvo exactamente. Todavía no lo he descubierto (risas). Por ejemplo, la radio me encanta, pero no tengo quejas sobre mi trabajo porque tampoco estoy picando piedras en una mina.

Durante un tiempo compaginaste el trabajo de modelo con los estudios de periodismo. En algún momento, ¿pensaste en dejar la carrera para dedicarte a ello?

¡Qué va! Trabajar de modelo fue una oportunidad que surgió, pero sólo era para sacar dinero. Me permitió hacer viajes increíbles, aprender idiomas y fue una gran experiencia que me surgió con 18 años. ¿Hacerlo ahora? No, me parece una profesión muy sacrificada. La sociedad tiene una imagen muy sesgada de ese mundo, pero como pasa con muchas profesiones.

Por lo que veo nada de cuenta en Twitter.

No tengo esa necesidad. Lo bueno de las redes sociales es que puedes saber lo que ocurre en ellas sin necesidad de participar ahí. Mi ritmo vital es muy lento y tengo muchos libros que leer, pelis que ver y tiempo que dedicarle a mi sobrina de cinco años... que no tengo horas para dedicarle a las redes sociales.

No sé si sabes que el periodista y escritor Pepe Colubi ha hecho un llamamiento para que te abras una cuenta.

¿Sí? ¡Pero si Pepe tiene un móvil del año de la tana! No me creo que sea activo en redes sociales, igual tiene a un 'negro' (risas). En serio, su teléfono es para verlo.

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