CHARO RUEDA. PERIODISTA
OPINIÓN

La vida en colores

El 21 de mayo de 2012 se estrenó en Instagram y, seis años después, puede presumir de tener 2,3 millones de seguidores. ¡Casi nada!
El 21 de mayo de 2012 se estrenó en Instagram y, seis años después, puede presumir de tener 2,3 millones de seguidores. ¡Casi nada!
PAU_ECHE / INSTAGRAM
El 21 de mayo de 2012 se estrenó en Instagram y, seis años después, puede presumir de tener 2,3 millones de seguidores. ¡Casi nada!

Se cae el mundo durante una hora y lo pasamos fatal porque nos quedamos sin referentes tan importantes como son quienes nos cuentan qué desayunan cada día. Una información transcendental para poder seguir con nuestras vidas. ¡Qué barbaridad! ¡Qué drama para la humanidad que la tecnología privara durante una hora de poder saber lo que comen, lo que visten o lo que hacen o dicen señoras/señores por lo visto muy influyentes!

El pasado miércoles se cayó la red social Instagram y el mundo se vino abajo porque, durante poco más de 60 minutos, la gente no pudo actualizar ni subir nuevas fotografías ni mensajes a esta red. Una conmoción, por lo que pude comprobar, una noticia muy importante de la que se hicieron eco todos los informativos de radio, televisión y prensa, que referían el pavor y el nerviosismo que se instaló entre los usuarios al comprobar que no tenían información. Un drama, ya digo, que recorrió Twitter, a donde se fueron todos a contarlo como si no hubiera un mañana. Tal fue el terremoto que hasta la Policía Nacional tuvo que pedir calma.

Instagram, ese sitio donde el personal muestra sin complejos ni recato su vida en fotografías, donde a la realidad se le colocan unos filtros de colores y en donde unos llamados influencers –tengo que preguntarle a Álex Grijelmo sobre este neologismo que hemos importando como casi todo de los anglosajones– con miles y miles y miles de seguidores nos enseñan lo que es verdaderamente importante para vivir en este milenio. Puro postureo, para seguir con el mismo lenguaje, que no es más que aparentar una vida apasionante que no es real, pero esto es lo de menos. Lo que mola es que se lo crean los miles de seguidores que no se pierden ni un minuto de esa presunta felicidad.

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