Una madre va feliz a comprar la tarta de cumpleaños de su hijo, decidiendo que esta tenga la forma del pokémon favorito de su niño, Eevee. A este le encanta cuando la ve, pero cuando la mujer corta la cara de Eevee para repartirla, el pequeño empieza a llorar desconsoladamente. No está claro si el llanto era porque el niño no sabía que era una tarta y pensaba que su mamá la estaba rompiendo, o porque no quería comérsela para poder seguir disfrutando de la obra. Lo que está claro, es que nunca antes un cumpleaños había sido tan triste.