Los inmigrantes cada vez más se ven obligados a compartir una única habitación e incluso se llegan a alquilar colchones por horas. La crisis y la especulación están detrás de que haya aumentado el número de pisos pateras, una situación de vivienda precaria que ya se da en todos los barrios de la ciudad y donde llegan a convivir hacinados entre 18 y 20 personas según ha detectado Caritas Diocesana.

Además, el alquiler de los pisos pateras ha subido y ya se cobra entre 250 y 300 euros al mes, incluido el derecho a cocina en algunos casos, y entre 120 y 150 euros por un colchón compartido. Sus inquilinos son en su mayoría inmigrantes ya que ni siquiera pueden pagar una fianza y en muchos casos no disponen de documentación.

La falta de intimidad y de condiciones higiénicas son sólo algunos problemas que conlleva el hacinamiento, además de la pérdida de autoestima y la inestabilidad en el alojamiento, pero no son los únicos. En este tipo de espacios, los problemas de convivencia se multiplican y la tensión se acumula, acuciados porque cada compañero de piso no dispone de un espacio personal.

El Ayuntamiento de Zaragoza no dispone de un protocolo específico para abordar situaciones de hacinamiento y los asistentes locales estudian cada caso en particular.

Ayudas de emergencia, información sobre el programa de vivienda protegida Toc-Toc o traslados puntuales al albergue municipal son algunas de las soluciones temporales a las que recurren los técnicos, según fuentes del Área de Acción Social del Consistorio.

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