"Quedamos en la bola 6"

  • Crónica de la segunda jornada del Summercase, para muchos la más esperada.
  • Todas las miradas puestas en la primera visita de Arcade Fire a Madrid, el concierto intimista de PJ Harvey o la siempre apetecible presencia de The Flaming Lips .
  • De nuevo, masiva afluencia de público, ausencia de incidentes y buen sonido en general.

La segunda jornada del Summercase se presentaba para muchos como la más atractiva del festival. Con un cartel repleto de figuras y un recinto lleno hasta la bandera, desplazarse de un escenario a otro sin perderse se convertía en una tarea titánica. Por suerte, una mente lúcida tuvo el detalle de colocar prácticos puntos de encuentro en forma de bolas luminosas.

Las dos caras del pop

Los franceses Phoenix salieron al escenario de la terminal O pasadas las 22. Si por algo destaca la banda liderada por Thomas Mars es por su capacidad de fabricar canciones pop concisas, sin demasiadas pretensiones pero lo suficientemente efectivas como para lograr que una muchedumbre las tararee. Además de buscar la melodía perfecta -que rozan en temas como "Consolation prices" o "Long distance call"-, la banda gala demuestra solvencia a la hora de defender sus temas en directo, en especial a la hora de atacar los más animados de su repertorio.

Caso bien distinto es el de PJ Harvey. A estas alturas, y pese a prodigarse por nuestro país menos de lo que muchos desearían, poco le queda por demostrar a la aguerrida diva inglesa. El suyo fue un concierto diferente, orientado a sus más fieles seguidores, y en el que optó por prescindir del grueso de su banda para reclamar todo el protagonismo en un concierto correcto. Una vez más, la carpa se quedó pequeña para albergar a sus más incondicionales. A los que no lo somos tanto nos bastó con verla a una distancia prudencial.

Psicodelia escénica y primeras decepciones

La excentricidad es uno de los rasgos distintivos de The Flaming Lips. Ya desde un principio se afanaron en que ese punto quedara claro, dando comienzo al concierto con su vocalista metido en una burbuja gigante que trataba de abrirse paso hacia el escenario por encima de manos y cabezas. Las coristas del grupo, vestidas de Papá Noel, debieron tomar nota del calor que pasaron para no volver a repetir la experiencia. Tampoco faltaron los disfraces marcianos y todo el rosario de artificios de atrezo que rodean a la mítica banda. En el plano musical, supieron estar a la altura de las expectativas y transmitir la sensación de que siguen en esto porque de verdad disfrutan con ello.

Si en líneas generales el sonido se ha caracterizado por ser uno de los puntos fuertes del festival, Bloc Party encarnaron una de las más clamorosas excepciones. A sus energéticas bases rítmicas les faltó consistencia, la voz de Kele Okereke no estuvo demasiado fina y el sonido se empastaba constantemente conformando un barullo en ocasiones inaudible. No cabe duda de que tienen grandes canciones ("Banquet" o "Helicopter" son infalibles en directo) y un segundo disco a la altura de su debut, pero a la hora de defender su propuesta ante un público masivo transmiten la sensación de que todo les queda un poco grande.

La biblia de neón

Arcade Fire tenían todo de su lado para salir victoriosos de la cita. Aupados por muchos como los nuevos reyes de la música independiente internacional, los canadienses habían triunfado la noche anterior en Barcelona y se disponían a repetir en Madrid. Con un decorado cuidado al milímetro, con neones rojos y pequeñas pantallas circulares distribuidas por el escenario, los diez miembros de la banda saltaron a las tablas bajo una lluvia de aplausos.

Es de elogiar la capacidad de todos los componentes de entenderse en directo a las mil maravillas, rotar sus instrumentos y no perder con ello ni un ápice de consistencia. Su música sonó compacta, redonda y nítida, quizá a menos vatios de los necesarios durante los primeros compases (defecto que corrigieron progresivamente hasta alcanzar el volumen óptimo), pero indiscutiblemente efectiva.

Pese al éxito de Neon Bible, los temas más emotivos de Funeral como "Neighbourhood 2" o "Rebellion (lies)" siguien llevándose el gato al agua a la hora de desatar el delirio colectivo. También estuvieron acertados en sus episodios más reposados ("Ocean of Noise", "Neon Bible"), y en los momentos de confraternización épica colectiva, como "Wake up". La única pega fue la corta duración del concierto, que apenas alcanzó la hora.

A ritmo de cencerro

LCD Soundsystem prometían uno de los ratos más animados de la noche. Acompañado de una banda en el sentido más clásico de la acepción, James Murphy capitaneó el barco con la maestría que sólo los curtidos en mil batallas pueden ofrecer. A sus 37 años, y pese a no mostrarse demasiado entusiasta con la posibilidad de salir de gira durante mucho más tiempo, Murphy se deja la piel más y mejor que muchos jóvenes a la hora de subirse a un escenario. Una orgía irresistible de cencerros, disco, funk, rock y electrónica capaz de poner patas arriba a cualquier auditorio.

2manydjs despidieron el festival a ritmo de eclecticismo bailable. Un buen broche final para un festival que parece consolidarse en cuanto a bandas y organización, en el que el público ha respondido pese a su elevado precio e incómodo emplazamiento, y del que cabe esperar un cartel igual de atractivo de cara a próximas ediciones.

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