Mata a su novia de 16 puñaladas, y dice que «fue un accidente»

«Fue un accidente». Así explica C. N. P. las 16 puñaladas que asestó a su pareja el 3 de julio de 2006. El joven compareció este miércoles en la Audiencia Provincial de Vizcaya, acusado de matar a Loredana. Él declaró ante el tribunal que sólo quería suicidarse, después de que su pareja le comunicara que le iba a abandonar.

Aquel día, la víctima fue a la casa donde ambos vivían en Basauri. Habían empezado la relación ocho años atrás, en su país natal: Rumanía. Él tenía 28 años y ella, 26. La mujer fue a recoger sus cosas para empezar una nueva vida fuera de esa casa.

Entonces, «me volví loco», aseguró este miércoles el acusado. Según su testimonio, cogió un cuchillo de cocina e intentó suicidarse clavándoselo. Loredana forcejeó con él para impedirlo, ambos cayeron al suelo, el cuchillo se clavó en la mujer «y no recuerdo más», afirmó el imputado. Fiscalía y acusación no se creen nada.

El Ministerio Fiscal pide 15 años de prisión por homicidio. «Sólo explicó una puñalada de las 16», apuntó. La acusación particular, ejercida por la asociaciación Clara Campoamor y el Ayuntamiento de Basauri, eleva la petición a 25 años de cárcel. Considera que fue un asesinato. O sea, que C. N. P. urdió un plan para matarla.

Basaron esta afirmación en que el acusado ya había amenazado de muerte a Loredana anteriormente, y en que aquel día ella estaba sin defensa: sola en una casa pequeña, desarmada...

Además, un psiquiatra en el juicio puso «en entredicho» la voluntad suicida de C. N. P. Las heridas de ella eran de «extrema gravedad» y las de él, «superficiales».

La acusación particular pide tres años más por maltrato. Los amigos de Loredana relataron que ella tenía moratones por todo el cuerpo. Incluso pidió ayuda a una asistente social, a quien confesó sufrir malos tratos.

"Tengo miedo, mucho miedo"

«Tengo miedo, mucho miedo. Me pega, me insulta. Dice que va a llamar a la Policía para que me echen a Rumanía». Loredana acudió a la ONG Bilbo Etxezabal para pedir socorro. No tenía papeles y creía que no podía recibir ayuda. Le informaron de que podía tener protección policial, un piso de acogida...

Todavía así, Loredana no quiso denunciarle. La asistenta le aconsejó marchar de casa y romper con él por teléfono. «Quiero dar la cara», dijo ella. Renunció a que familiares o amigos la acompañaran aquel día a recoger sus cosas. Y murió acuchillada.

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