PEPE CERVERA. EXPERTO EN TECNOLOGÍA
OPINIÓN

Las primeras guerras robóticas

Pepe Cervera, columnista de 20minutos.
Pepe Cervera, columnista de 20minutos.
20MINUTOS.ES
Pepe Cervera, columnista de 20minutos.

Si pensamos en robots bélicos, imaginamos muñecos humanoides de metal como los malos de Terminator y pensamos en el futuro remoto. Pero lo cierto es que las guerras robóticas ya se están librando y los combatientes no tienen siquiera cuerpo: son programas diseñados para cumplir con tareas diversas que a veces se enfrentan al intentar conseguir objetivos diferentes. Si este tipo de combate es norma ya hoy en ámbitos como la edición de la Wikipedia, la compra de entradas de espectáculos o los mercados financieros, mañana puede extenderse hasta afectarnos de un modo mucho más directo y personal.

Hoy, en los mercados financieros, ejércitos de programas informáticos se dedican a comprar y vender a velocidades a las que ningún humano puede ni siquiera acercarse. Estos programas reciben información externa, sobre la que toman decisiones; uno de ellos, comercializado por el fabricante T3, se dedica a seguir los comentarios de Donald Trump en Twitter para actuar sobre cualquier empresa cotizada que mencione. Los robots de software compran y venden productos financieros miles de veces por segundo, compitiendo unos con otros y ganando en cada transacción pequeñísimos pellizcos de dinero que, en conjunto y a la larga, suponen grandes beneficios. Se ha estimado que este tipo de robots manejan ya el 75% del volumen total de los mercados financieros y el porcentaje no deja de crecer. A veces se desmandan, y crean el caos.

Un problema similar ha surgido en los sistemas de venta de entradas para espectáculos del estilo de Ticketmaster, donde el uso de robots para garantizar la compra de entradas para luego revenderlas se ha hecho normal. Unos robots intentan adelantarse y vencer a otros y superar los sistemas de control que intentan erigir los vendedores para impedirlo. El resultado final es a menudo la imposibilidad de los humanos para comprar una entrada del modo convencional. Casos similares se han dado en los sistemas de subastas online (bid sniping), con resultados similares.

Al mismo tiempo, en los remotos rincones de internet donde moran los editores de la Wikipedia las aguas están agitadas. Esta enciclopedia abierta puede ser editada por cualquiera, lo cual no quiere decir que todo lo que se escribe en ella permanezca: hay un elaborado sistema de validación para mantener la calidad del contenido. Esto no evita del todo los errores, pero sí garantiza que se corrigen rápido. En ocasiones, una parte interesada lanza un programa diseñado para realizar una corrección concreta una y otra vez, y en ocasiones dos de estos programas colisionan y se dedican a corregirse mutuamente. Como consecuencia los artículos dejan de ser fiables y la información se degrada.

Estos problemas empeorarán. Los programas son cada vez más inteligentes, capaces de recibir información y de adaptar su comportamiento, relativamente baratos, pueden desplegarse en múltiples copias y son inasequibles al cansancio y a la distracción. El resultado son batallas que generan caos en los mercados financieros, bloquean sistemas de compra y reserva o destrozan la credibilidad de un medio, a veces durante años. Y la cosa se complica aún más si hablamos de contratos dinámicos.

Imaginemos que este tipo de batalla robótica no se limita a ser una molestia en un mercado, sino que es la esencia de ese mercado: imaginemos que en lugar de un contrato entre un proveedor y un fabricante lo que hay son dos robots en permanente negociación de condiciones y precios, es decir, un contrato dinámico. En lugar de cumplir con unas condiciones fijas y recibir un pago acorde, la relación consiste en un continuo toma y daca de calidades, plazos de entrega y precios dependiente de variables como el precio de las materias primas o el del transporte continuamente ajustados en tiempo real. En lugar de un texto legal negro sobre blanco, lo que tendríamos es una especie de pulso robotizado constante, cada uno de los programas intentando extraer el máximo beneficio para su propietario de la interacción. La guerra robótica como regla y no como excepción, primero entre empresas y después con sus clientes.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento