PEPA BUENO. PERIODISTA
OPINIÓN

¿El futuro son los jóvenes?

Pepa Bueno.
Pepa Bueno.
JORGE PARÍS
Pepa Bueno.

Cada vez que oigo a algunos políticos hablar de I+D+i, de capital humano o de la igualdad de oportunidades, me sale un sarpullido. Y siempre me pregunto ¿con quiénes pretenden hacer posible toda esa pasarela al futuro?

Estos días luchan por abrirse un hueco en los medios de comunicación los predoctores, los investigadores que preparan su doctorado investigando en la Universidad. Les han cambiado sin previo aviso el contrato: pierden la tarjeta sanitaria europea -y son investigadores que tienen que moverse por el mundo-, pierden la indemnización al finalizar el contrato -ese pequeño salvavidas que te permite respirar cuando te quedas sin nada- y pierden la posibilidad de continuar sin interrupciones su progresión profesional allí donde están ahora. Son unos diez mil, y de alguno de ellos deberá venir algún día la buena noticia sobre el tratamiento de una enfermedad o el invento de una máquina o una aplicación más que nos aligere la vida.

Hablamos del futuro como si tuviera que hacerse solo, por arte de magia. El futuro está en el presente de los hogares con un cabeza de familia menor de 35 años y cuya riqueza se desplomó un 25% entre el 2011 y el 2014, según el Banco de España.

Prueben a preguntar a su alrededor entre treintañeros con un puesto de trabajo indefinido en una gran ciudad cuántos de ellos están pagando una hipoteca. No tiene ningún valor estadístico, lo sé, pero yo lo pregunté hace poco, y de diez ninguno. De los que no tienen un empleo para qué hablar. Y no es solo un cambio de hábitos en beneficio del alquiler que nos asemeje a otros países europeos, es que sencillamente no pueden comprarse una vivienda. Y, ¡ojo!, que el precio de los alquileres no para de subir.

Hablamos del futuro sin tener en cuenta que un estudio del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de Barcelona revelaba que el 47% de los hogares españoles está compuesto por una persona o por parejas sin hijos, mientras que la estructura clásica de la pareja con uno o dos hijos representa ya solo el 40%.

Esta semana hemos sabido que el Gobierno prepara una campaña de fomento de la natalidad en un país en el que, según el INE, en 2050 nacerán casi la mitad de los niños que nacen ahora, que son 400.000 al año.

Parece razonable estimular la natalidad para garantizar el futuro. Pero quizás habría que empezar pagando en condiciones a los científicos que investigan -algunos de ellos estarían encantados de ser padres y madres, supongo-, por crear puestos de trabajo reales y no una cadena de contratos precarios para jóvenes, o por evitar que se cree ahora una burbuja del alquiler cuando no hemos digerido todavía la burbuja de la propiedad.

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