MÀXIM HUERTA. PERIODISTA
OPINIÓN

¡Móvil, para qué os quiero!

Màxim Huerta, colaborador del 20minutos.
Màxim Huerta, colaborador del 20minutos.
JORGE PARÍS
Màxim Huerta, colaborador del 20minutos.

Justo antes de sentarme en la terraza de Fuencarral me doy cuenta de que llevo un chicle pegado en el zapato y arrastro un trozo de periódico como una serpentina. Me piso con el otro pie e intento deshacerme del carnaval, pero en el baile monto un chachachá improvisado en la acera. Pie delante, pie detrás, un dos tres. Me subo las gafas de sol para disimular y busco silla. Qué patético, pienso. Alguien me ha grabado y aparezco en algún meme de internet en cero coma.

¿Qué le pongo?, me pregunta el camarero.

Media de vergüenza a la plancha y un café de ridículo, por favor.

Cuando quiero quitarme las gafas y los sarampiones de la cara me doy cuenta de que nadie se ha dado cuenta de nada. Nadie. He hecho la escena sin público. A platea vacía. Sin la más mínima atención. Todo el que pasa por la acera anda con el móvil en la mano, mirando la pantalla iluminada de luz. El primero sonríe ante el teléfono, otro lo toquetea con velocidad casi ficticia, la señora de rojo busca en la agenda -se nota por como recorre el dedo-, la chica de Zara va tecleando con ira, un hombre toca y mira, toca y mira, intuyo que es twitter y busca hashtags curiosos en los que meterse y opinar. El estudiante de los auriculares tararea mudo y vocaliza lo que escucha, la muchacha de los leggins intuye la respuesta de su novio y le da a enviar con fuerza, el de traje pasa datos haciendo pantallazos, la niña de la mochila juega con los dos dedos...

(Creedme, apunto todo esto con velocidad porque describo desde mi mesa mientras espero mi media de vergüenza y el café de ridículo caliente).

Y tú, ¿qué lees? Esto, respondes. Ok. Sigo.

En los minutos en los que decido observar con interés científico, compruebo que solo dos de cada diez que camina por la acera no lleva el móvil en mano. Uno es porque arrastra dos pesadas bolsas del Carrefour y otro porque anda ajustándose el jersey.

Desde que hacemos todo con el teléfono las calles han cambiado, también la forma de ligar, de pedir comida, de opinar o de elegir el voto. El apéndice es voraz, cuánto más lo usas, más nos exige. De hecho, le pregunto a un amigo: qué te gustaría que inventaran. Y me dice, resuelto y sin dudar: "las baterías más duraderas". "Se agotan demasiado pronto", puntualiza. Y sí. Ahora no sólo andamos con el móvil, ahora echamos el cargador o una batería externa por si acaso. Y más. Buscamos mesa en el restaurante cerca del enchufe. Entramos al local con un radar: SE BUSCA ENCHUFE, SE BUSCA ENCHUFE...

-Te paso un enlace de youtube, te vas a mear- me dice.

Es el vídeo de un hombre bailando chachachá hasta caerse por mirar el móvil. No soy yo.

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