HELENA RESANO. PERIODISTA
OPINIÓN

¿Cuándo dejaremos de hablar de esto?

HELENA RESANO
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Cena de empresa, Navidad, empleados y empleadas juntos, copas, vino, champán, buff, demasiado champán y, para rematar la escena, música y bailes. Bufff, no me convence. Una situación demasiado peligrosa. Cancela, cancela. Este año no hay cena de Navidad". Más o menos este ha sido el proceso mental de más de un jefe de empresa este año. El goteo de denuncias de acoso sexual en Estados Unidos ha llevado a más de una empresa de Nueva York a cancelar la cita de diciembre. Han creído que tal y como estaba el ambiente mejor no tentar a nadie, tampoco a quienes tienen la mano demasiado suelta y especialmente si son jefes.

Es triste que la solución para evitar casos de acoso sexual sea esta. Evitemos la situación, no provoquemos que ellos y ellas se relacionen fuera de la oficina, no vaya a ser que ocurra algo. En vez de educar en cómo desarrollar una relación de igual a igual, en vez de fomentar el respeto, aunque tú seas jefe y ella empleada, lo más fácil es que dejemos que todo se quede así, no vaya a ser. Demuestra que el grado de confianza es alto (léase en modo ironía) y demuestra que lo que más preocupa es la denuncia y no fomentar una relación de confianza en la empresa. Porque de eso se trata: de que ellas no acudan a la oficina, al trabajo, a un rodaje, a la redacción temiendo qué despropósito, comentario o mirada tienen que aguantar del director de turno.

De lo mejor que nos ha dejado este 2017 es esa campaña del #MeToo: la valentía de todas esas mujeres que han decidido contar el infierno que han vivido, denunciar lo que hasta ahora han callado por miedo. Miedo a perder tu trabajo, miedo a ser señalada.

Pero esto es solo la punta del iceberg. Hay tantos síntomas de que esto ocurre porque hay un montón de situaciones que se dan por hecho, que están asumidas como normales, que me preocupa.

El otro día leía un blog sobre las mujeres que cuando van solas por la calle se cambian de acera: en realidad somos todas, todas a las que en algún momento nos ha tocado volver a casa solas de noche. Si ves que de frente viene un hombre, prefieres cruzarte, cambiar de acera para evitar miradas, comentarios. Lo haces por precaución, por puro miedo.

Pero hay más. Laboralmente, profesionalmente, se nos sigue juzgando por el físico. Lo denunciaba el otro día mi compañera Pepa Bueno. La tiranía de la imagen sigue siendo nuestra espada de Damocles a partir de una edad. Incluso en esta eterna campaña catalana he tenido que escuchar comentarios sobre el aspecto físico de ellas, ninguno sobre ellos.

Y así estamos. A punto de pasar de año y hay que seguir confirmando que efectivamente estamos en el siglo XXI y no en la Edad Media. ¿Cuándo dejaremos de hablar de esto?...

¡Feliz Navidad!

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