GUILLERMO FATÁS. CATEDRÁTICO DE HISTORIA
OPINIÓN

"El número de tontos es infinito", nunca lo dijo el Eclesiastés

Guillermo Fatás, catedrático de Historia Antigua, periodista y escritor.
Guillermo Fatás, catedrático de Historia Antigua, periodista y escritor.
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Guillermo Fatás, catedrático de Historia Antigua, periodista y escritor.

Andan en debate Don Quijote y el bachiller Carrasco, persona letrada. El hidalgo está muy sorprendido de que alguien haya puesto por escrito y editado sus andanzas, incluso antes de concluirlas, recogidas por el moro Benengeli y vertidas por alguien al castellano. Carrasco, un veinteañero pasado por el seminario eclesiástico, pondera los merecimientos del editor. El libro ya circula impreso en miles de ejemplares. Y señala, zumbón, que ciertos libros triunfan al estar el público compuesto en gran medida por memos.

"-Es grandísimo el riesgo a que se pone el que imprime un libro, siendo de toda imposibilidad imposible componerle tal, que satisfaga y contente a todos los que le leyeren. -El que de mí trata -dijo don Quijote-, a pocos habrá contentado. -Antes es al revés [–señaló Carrasco]; que, como de ‘stultorum infinitus est numerus’, infinitos son los que han gustado de la tal historia" (II, 3).

El instruido Benito Jerónimo Feijoo, benedictino gallego que fue luminaria de nustra Ilustración, también recurrió al argumento del gran número de imbéciles, y en su Ilustración apologética (1729, III 14) enfatiza que es de revelación divina: "…siendo grandísimo el número de necios (infinito le llama el Espíritu Santo)".

Que dijo tal cosa el Espíritu se ve en el libro bíblico del Eclesiastés (algo así como ‘El que predica en la reunión’). Los antiguos lo atribuían al sabio rey Salomón, dechado de perfecciones intelectuales. Hay en él frases famosas con aspecto sapiente: Vanidad de vanidades, todo es vanidad; Los hombres vienen y se van, es la tierra lo que permanece; Todo está hecho de polvo y todo torna al polvo; Hay un tiempo para nacer y un tiempo para morir, un tiempo para la guerra y un tiempo para la paz; Las palabras del sabio son como aguijones; etc. La que nos ocupa reza así: "Los malvados difícilmente se enmiendan y el número de los necios es infinito".

Estas frases circulan desde que el erudito san Jerónimo, en el siglo V, tradujo la Biblia al latín, para que los clérigos de Occidente que ya no conocían otra lengua  pudieran acceder a la Escritura revelada por Dios. Así nació la exitosa versión del proverbio: ‘Stultorum infinitus est numerus’.

Pero resulta que los sabios de ahora discrepan de Jerónimo y, con permiso del Vaticano, le han enmendado la plana y dejado la frase como sigue: ‘Quod est curvum, rectum fieri non potest; et, quod deficiens est, numerari non potest’. Esto es, "lo torcido no se puede enderezar y lo que falta no puede contarse".

La traducción es mejor, pero nos han dejado sin una frase que, si bien no era divina, venía divinamente.

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