CARLOS G.MIRANDA. ESCRITOR
OPINIÓN

¿Por qué se publican tantos libros?

Carlos G. Miranda, colaborador de 20minutos.
Carlos G. Miranda, colaborador de 20minutos.
JORGE PARÍS
Carlos G. Miranda, colaborador de 20minutos.

He leído en prensa que en 2016, según las estadísticas de la Agencia del ISBN, se publicaron 81.391 libros en España. Suena bien, que eso será que leemos mucho, aunque recuerdo que, según el CIS, en 2015 un 35% de los españoles no abrió nunca o casi nunca un libro. Algo no cuadra.

Hace ya unos años que las encuestas también dicen que la lectura va en aumento entre las mujeres, así que en las editoriales actúan en consecuencia. No hay más que echar un vistazo a los superventas del último lustro: María Dueñas, la muy criticada saga 50 sombras de Grey, las respuestas españolas de las prolíficas Megan Maxwell y Beta Coqueta, las novelas juveniles de Blue Jeans… Un género como el de la novela negra ahora tiene más presencia femenina gracias a Dolores Redondo. Doy fe de que también se han acercado a la ciencia ficción, en la que se encuadraba la primera novela juvenil que publiqué; en las firmas me encontraba con un lector por cada nueve lectoras.

Cuando me puse a escribir para treintañeros, los que saben del mercado editorial me advirtieron de que esa es una de las franjas vitales que cuenta con menos lectores. No saben qué colocar en las librerías para ellos porque picotean de la narrativa literaria, la comercial, el ensayo, libro práctico… Es cierto que las novelas chick lit (tipo Bridget Jones), protagonizadas y dirigidas a mujeres en la tercera década, son un género asentado, aunque la respuesta masculina (lad lit) apenas se publica en España.

No es un estudio del CIS, pero mientras escribía esto pregunté en un grupo de Whatsapp de una despedida de soltero qué libro estaban leyendo. Más de la mitad reconocieron que últimamente solo leían estados de Facebook. Tampoco fueron alentadoras las respuestas de chicas entre mis contactos, que aseguraron que la montaña de libros era más alta que la mesilla. En general, ambos géneros coincidían en que o trabajaban, o cuidaban niños, o salían, o leían, pero que, a esta edad, ya no les daba tiempo a todo. Recuerdo haber tenido conversaciones de horas con amigos sobre libros, aunque la mayoría fueron cuando estábamos en la universidad. Quizás llega una edad en la que el tiempo no alcanza para leer y por eso es uno de los propósitos de la jubilación.

Independientemente de los años y el género de los que visitan las librerías, parece que el índice de natalidad de libros es mayor que el de lectores. ¿Y por qué se publica tanto? El modelo editorial cambió con la crisis y la estrategia ya no es la de apostar con ganas a una cantidad razonable de números, sino la de jugar mucho a unos pocos y menos a muchos; estos últimos valen para disparar sin grandes riesgos e igual alguno pita. En consecuencia, hay una guerra entre las editoriales para ser la que más libros tiene en la mesa de novedades, en las que esas apuestas menores duran poco porque el excedente de tráfico obliga a dar el relevo a las siguientes balas. Tienen 3 meses (con suerte) para ser vistos antes de acabar de lomo en los estantes de las librerías, en donde solo los buscan los que los conocen. Lo normal es que les faltara tiempo para que el boca oreja funcionara, así que suelen terminar, unos meses después, de vuelta al almacén de la editorial. Las librerías tendrían que comprar esos excedentes que no se vendieron, pero la situación obliga a buscar el líquido, así que muchas de ellas se ven forzadas a reducir su catálogo a novedades y superventas en su mayoría.

En esta batalla de publicaciones, las víctimas son los autores, pero también los editores con los que dieron a luz esos libros, los libreros que ni siquiera tienen tiempo para saber si deben recomendarlos... Y hay una víctima más: los lectores. A veces, no llegan a conocer ese libro que quizás les habría cambiado la vida porque ya les están ofreciendo otro con la misma promesa.

Dice Murakami que si solo lees los libros que todo el mundo está leyendo, solo puedes pensar lo que todo el mundo está pensando. La próxima vez que entres en una librería, echa un ojo a lo que se dejaron olvidado en las estanterías.

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