ÁNGELES CASO. PERIODISTA
OPINIÓN

El 'brexit' de Médicos Sin Fronteras

Ángeles Caso.
Ángeles Caso.
JORGE PARÍS
Ángeles Caso.

Hace algunas semanas, la ONG Médicos sin Fronteras anunció que renuncia a los fondos que conceden tanto la UE como sus países miembros. La organización muestra de esa manera su rechazo a la "dañina política migratoria" de Europa y a la catastrófica manera como los gobiernos se están enfrentando a la llegada de refugiados, tratándolos poco menos que como a ganado enfermo y molesto.

Es curioso lo fácilmente que nos olvidamos de nuestra propia historia. Curioso y triste: hace solo 70 años, al final de la Segunda Guerra Mundial, los refugiados que andaban por Europa eran los propios europeos, millones de personas víctimas del conflicto, supervivientes de los campos de exterminio, judíos que habían logrado huir de los nazis y no sabían ya a dónde regresar, ciudadanos descolocados por las nuevas fronteras y la implantación de los regímenes marxistas en los países del Este.

Todas las guerras que ha habido a lo largo de la historia–-miles y miles, para vergüenza de esta especie- han provocado oleadas de gentes huyendo. Pero fue en la Europa del siglo XX cuando el fenómeno se cuantificó y cuando los gobiernos y las instituciones supranacionales, en especial la Cruz Roja Internacional, trataron de poner un cierto orden en ese caos. Primero fueron los refugiados españoles de 1939 y después, durante la Segunda Guerra Mundial y las décadas posteriores, los de cualquiera de los muchos países afectados.

Todavía viven muchas personas que en esos años, siendo niños, se vieron obligados a abandonar sus casas, que pasaron hambre y frío y calor extremos, que vieron cómo su presente y su futuro se desvanecía en un instante bajo las bombas o la crueldad de los totalitarismos de uno u otro signo. No sé qué pensarán los supervivientes de aquel éxodo del trato que ahora estamos dando a los refugiados del momento. Pero no hace falta haber formado parte de esas multitudes de desdichados para sentirse avergonzado del comportamiento de esta Europa supuestamente pacífica y rica. No hemos sido capaces de diseñar una política común que haga frente con inteligencia al polvorín de los países de Oriente Medio y del Norte de África, y ahora nos lavamos las manos frente a las víctimas, pasándole el 'marrón' a Turquía, un país en el que los derechos humanos siguen siendo en buena medida una utopía.

El gesto de Médicos sin Fronteras es como un pequeño 'brexit', aunque su causa sea justamente la opuesta a la que motivó el voto de la parte vencedora en el referéndum británico. Un acto de dignidad, que engrandece a quienes han sido capaces de llevarlo a cabo y que debería sacar los colores a todos aquellos que, desde sus confortables despachos, deciden sobre la vida y la muerte de miles de personas.

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