El presidente de FENACORE asegura que la renta agraria desciende más del 26% en cinco años

La renta agraria española descendió más de un 26 por ciento en los últimos cinco años, como consecuencia de la caída del precio de los productos agrícolas y el aumento continuado de los costes de producción, principalmente del precio de la energía. Las tarifas eléctricas han incrementado su término de potencia en un 455 por ciento y su término de energía en un 70 por ciento en este quinquenio, según ha afirmado este viernes el presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (FENACORE), Andrés del Campo.
presidente de FENACORE, Andrés del Campo
presidente de FENACORE, Andrés del Campo
JUAN MANUEL MIRANDA SANTANA
presidente de FENACORE, Andrés del Campo

La renta agraria española descendió más de un 26 por ciento en los últimos cinco años, como consecuencia de la caída del precio de los productos agrícolas y el aumento continuado de los costes de producción, principalmente del precio de la energía. Las tarifas eléctricas han incrementado su término de potencia en un 455 por ciento y su término de energía en un 70 por ciento en este quinquenio, según ha afirmado este viernes el presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (FENACORE), Andrés del Campo.

Ante esta situación, Del Campo, que ha intervenido en Zaragoza en la jornada 'Agua y Agricultura' organizada por la Universidad de Zaragoza y la Confederación Hidrográfica del Ebro, ha advertido de que la nueva Política Agraria Común (PAC), que entrará en vigor en 2014, debe acometer las reformas necesarias para garantizar la estabilización de la renta de los agricultores españoles, posibilidad que ampara la Organización Mundial del Comercio (OMC) y que cuenta con antecedentes en países como Canadá y Estados Unidos.

De esta forma, ha insistido en que la nueva PAC debe reforzar las ayudas a la agricultura de regadío sostenible (o regadío modernizado), que se ha endeudado a largo plazo al transformar sus infraestructuras "en beneficio de la sociedad" para producir más y mejores alimentos con menor cantidad de agua.

En este sentido, el presidente de Fenacore ha sugerido destinar al regadío parte de los fondos comunitarios orientados al llamado "segundo pilar de políticas de desarrollo rural", ya que normalmente estos recursos no llegan a los agricultores, sino que se quedan en proyectos que los ayuntamientos o grupos de acción local deciden muchas veces por criterios exclusivamente políticos y no de interés agrícola.

Por otro lado, ha afirmado que la nueva PAC debe defender la competitividad del sector para asegurar el abastecimiento de productos agrarios de calidad a precios razonables para el consumidor, corrigiendo la competencia desleal que supone para los agricultores españoles la entrada en Europa de productos que no cumplen con los mismos criterios que se exige a nuestras propias producciones.

A este respecto, el presidente de Fenacore ha abogado por la puesta en marcha de medidas para frenar la venta de productos por debajo de los precios de mercado (dumping), favoreciendo la firma de acuerdos que permitan fijar precios mínimos a la producción.

En este sentido, ha advertido de que la presión sobre la demanda que están ejerciendo países de América Latina y Asia con India o China a la cabeza, pueden provocar un "shock de oferta" que incremente nuevamente los precios como ocurrió hace poco más de dos años, por lo que es necesario proteger "con firmeza" las condiciones del sector a la hora de negociar con Mercosur o Marruecos.

Por otro lado, ha afirmado que la financiación de la PAC (50.000 millones de euros al año) supone para cada ciudadano europeo dos euros a la semana o lo que es lo mismo, el coste de un kilo de manzanas, por lo que "no se puede concluir que sea cara", teniendo en cuenta que garantiza el abastecimiento de alimentos básicos a la población.

Por último, Del Campo ha instado a las Administraciones a difundir a la opinión pública los beneficios sociales económicos y medioambientales del regadío para la sociedad, lo que aportaría argumentos de peso al debate suscitado en torno a la continuidad de las ayudas comunitarias.

En este sentido, más allá de la producción de alimentos, los cultivos de regadío aportan oxígeno a la atmósfera y actúan como auténticos sumideros de CO2, contribuyendo a reducir el efecto invernadero. Además, reducen la erosión y la desertización del suelo; producen materias primas para biocombustibles y fijan la población al medio rural, evitando el éxodo a los núcleos urbanos.

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