Daniel Hernandez llevaba tan sólo cinco días trabajando como interno para la congresista Gabrielle Giffords hasta que fue tiroteada este sábado en un acto en Tucson. Hernandez, estudiante de la Universidad de Arizona y testimonio de la masacre, relata en un diario local los instantes que siguieron a los disparos, que han acabado con la vida de seis personas y herido a una docena.

Daniel Hernandez se encontraba comprobando el número de asistentes al evento 'Congress on Your Corner', celebrado en el exterior de una tienda de Tucson, cuando oyó el disparo. Estaba a 9 metros de la congresista. En cuanto empezaron los tiros, corrió hacia ellos.

"Ni siquiera sé cuando dejaron de disparar", contaba el sábado por la noche mientras guardaba vigilia en la cafetería del hospital en el que se encuentra ingresada Giffords.

En cuanto comenzaron a disparar, Hernandez pudo ver que varias personas yacían en el suelo, incluida una niña pequeña. Inmediatamente fue de persona en persona comprobando los pulsos: "Primero el cuello, luego las muñecas", dijo.

Cuando llegó a Giffords, ésta permanecía tumbada en la acera, contraída y sangrando. Utilizando su mano, Hernandez aplicó presión sobre la frente, en donde se encontraba la herida. Según su relato, Giffords estaba consciente, pero en silencio.

Ron Barber, director del distrito de Giffords, estaba a su lado. La prioridad para Barber en aquellos momentos de confusión fue Giffords: "Asegúrate de ayudar a Gabby", le dijo a Hernandez. Así que éste permaneció en todo momento junto a ella, incluso hasta cuando llegaron los servicios médicos, que la trasladaron al hospital University Medical Center en ambulancia.

Mientras estaba siendo intervenida, Hernandez esperó. Necesitaba contar a la policía lo que había sucedido. Escuchaba a gente yendo y viniendo a su alrededor que hablaba de cómo Giffords había muerto. Más tarde, supo que había logrado sobrevivir.