La función continúa en el Teatro Real tras bajar el telón

  • El público sólo ve el espectáculo, pero 400 personas trabajan entre bambalinas para montar el escenario y vestir a los diferentes artistas.
  • El teatro está activo las 24 horas.
  • En 1850 se inauguró el actual Real, que ha sido reformado tras sufrir incendios, grietas por obras del metro y los caprichos de los sucesivos reyes.
Sala principal del Teatro Real, con El Paraíso (galería superior) en primer plano y el escenario al fondo.
Sala principal del Teatro Real, con El Paraíso (galería superior) en primer plano y el escenario al fondo.
Jorge París
Sala principal del Teatro Real, con El Paraíso (galería superior) en primer plano y el escenario al fondo.

Sobre el escenario, los protagonistas de El caballero de la rosa se declaran definitivamente su amor. La ópera toca a su fin y el público arranca en aplausos mientras baja el telón. Tras los saludos, el Teatro Real queda aparentemente en silencio. Pero es sólo apariencia. Tras el espectáculo de los artistas, comienza otra función: los más de 400 técnicos y trabajadores de vestuario y caracterización se ponen en marcha para que la siguiente representación sea posible.

"Aquí hay un patrimonio humano como no lo hay en ningún otro teatro", asegura orgullosa una portavoz del Real. "Los artistas se sienten muy cómodos, muy protegidos... los tratamos como figuritas de porcelana", añade.

El teatro está activo las 24 horas. Mientras el espectáculo duerme hay que lavar los trajes, remendar los desperfectos, cambiar los decorados, limpiar las butacas, preparar los camerinos y un largo etcétera de trabajos 'invisibles'. Los integrantes de este gran 'hormiguero' no cambiarían su trabajo por nada del mundo. Para Araceli, una de las sastras más veteranas, "es un lujo poder coser vestidos de época, estos tejidos ya sólo se encuentran en sitios como este".

Los laberínticos pasillos del Real son un hervidero en las horas previas a la función. Junto a la sastrería se acumulan filas multicolores de trajes, calzados, pelucas y joyas, listas para encontrar a su dueño. En la planta de ensayos se mezclan los acordes de un piano, con las entonaciones de una soprano y el sonido de un trombón. Otros artistas prefieren la intimidad de su camerino. En la descomunal caja escénica (donde cabría el edificio de Telefónica al completo) suben y bajan las bambalinas y los operarios dan los últimos retoques al decorado. "A simple vista puede parecer caótico, pero todo este movimiento está coordinado. No hay nada al azar", aseguran.

Pero la ópera no es sólo el espectáculo. También es un acto social. Ahí entran en juego el restaurante, una obra de arte poco conocida donde se puede comer entre piezas de museo; o los salones de colores, que permiten pasear entre tapices y bajo la mirada de los retratos de reyes españoles.

Del armazón de madera al coliseo

Lavaderos de los Caños del Peral. Así se llamaban en el s. XVIII los terrenos del Teatro Real. En 1708 se estableció allí una compañía teatral que construyó un armazón de madera para sus representaciones. En 1850 se inauguró el actual Real, que ha sido reformado tras sufrir incendios, grietas por obras del metro y los caprichos de los sucesivos reyes.

Ficha técnica

  • Ubicación: Plaza de Oriente y plaza de Isabel II
  • Empleados: 400
  • Año de inauguración: 1850
  • Capacidad: 1.750 espectadores
  • Representaciones: 12-14 al año
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