Los de Elche incluso lo tienen montado con empresa pública local, Pimesa, aunque en este caso la fórmula legal y el papeleo son lo de menos, puesto que de lo que se trata es de allanar el camino para que existan hipotecas que se puedan devorar con un salario. Visto lo visto, este derecho lleva paso de convertirse en utopía. Y si dicen las encuestas que al 60% de los jóvenes les da grima la política, lo van a tener más cuesta arriba, porque quien no vota, no mama.
En cambio, los alicantinos no tenían ni expositor. Además de confiar en el Plan de Rabassa, conviene que nos proporcionen algunos hogares asequibles en la ciudad en otros barrios, y Alicante tiene un patronato municipal que se llama de vivienda para algo.
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