Leyendas y paisajes en la ruta del tren 'más difícil del mundo'

  • El ferrocarril de Ecuador es uno de los atractivos turísticos del país.
  • Está considerado así por las condiciones geográficas del lugar.
  • Vuelve a funcionar gracias a un proyecto de restauración.
  • Se pretende dinamizar la economía de los lugares por donde pasa.

Historia, leyendas, hermosos paisajes y una rica cosmovisión andina se encarrilan por raíles de más de cien años por las que ha vuelto a rodar el tren de Ecuador, considerado el 'más difícil del mundo' por las condiciones geográficas.

El ferrocarril de Ecuador, que hace más de un siglo unió la costa con la zona andina y había dejado de silbar desde hace varios años, ha vuelto a las montañas gracias a un proyecto de restauración en el que el Gobierno planea una inversión de 184,9 millones de euros para los 446 kilómetros que unen Quito con Guayaquil.

Hasta el momento se han rehabilitado unos 180 kilómetros y se prevé que para 2012 hayan concluido la ruta de los cerca de 500 kilómetros, dijo el gerente general de la Empresa de Ferrocarriles Ecuatorianos, Jorge Eduardo Carrera.

En ese tramo se pasa de los cuatro metros sobre el nivel del mar a más de 3.600 en la zona andina, por lo que su construcción involucró a miles de personas y aunque lo comenzó el presidente Gabriel García Moreno en 1861, lo terminó Eloy Alfaro en 1908.

Hoy por hoy la restauración "es compleja", según Carrera quien recordó que hace un siglo en la construcción de las vías, murieron cerca de 5.000 personas por enfermedades y derrumbes, entre otros.

La condición geográfica evocó incluso a mefistófeles: en una zona el tren tiene que viajar en un zigzag cerrado, en una parte de la montaña conocida como la "Nariz del diablo". Todo ello lo convierte en el tren "más difícil del mundo" pero por la diversidad geográfica que cruza, también en "el más bonito", apuntó Carrera.

Gracias a este  ferrocarril, los viajes que duraban casi un mes a lomo de mula, se redujeron a dos días y con ello aumentó el comercio y se fortaleció la unidad, lo que ahora se pretende repetir desde el turismo.

No se trata tan sólo de devolver las locomotoras a los raíles originales y los durmientes cambiados o restaurados, sino de involucrar en el proceso a las comunidades por donde pasa el tren para dinamizar su economía, así como de fomentar la unidad.

Un paseo por la historia

Se trata de "pasear" por la historia con relatos de guías que comentan los avatares de la construcción, de conocer partes ocultas entre montañas y de enamorarse de las leyendas. En la cosmovisión indígena, los volcanes tienen vida, explica la guía Luisa Martínez al divisar a los Ilinizas.

La leyenda cuenta que Iliniza sur que era esposa del nevado Iliniza norte, se enamoró del volcán Cotopaxi y el volcán Rumiñahui avisó de la aventura, lo que destrozó al monte Corazón, hijo de los Ilinizas, cuyo doloroso llanto formó la laguna del Quilotoa.

"Por eso el Cotopaxi está nublado casi siempre, se esconde porque está avergonzado por haber dañado un matrimonio", dijo Martínez en el viaje de reencuentro con el pasado, de apropiación del presente y que es parte del proyecto gubernamental para rescatar el patrimonio, reafirmar la identidad y vivir en armonía con la naturaleza.

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