«Parece que cometemos un delito por ser estanqueros»

Mari Cruz Saria (54 años) y Fernando Nieva (58): casados, estanqueros y fumadores. Sufren con la guerra de precios de las tabaqueras, que les ha llevado a acumular unas pérdidas de hasta 2.000 euros. Aunque el económico no es el único daño que han sufrido.
Francisco y Mari Cruz, en su estanco (Helena Celdrán).
Francisco y Mari Cruz, en su estanco (Helena Celdrán).
Helena Celdrán
Francisco y Mari Cruz, en su estanco (Helena Celdrán).

El estanco de Mari Cruz y Fernando en la calle  León (Centro) tiene 108 años. Es uno de los más antiguos de Madrid y ha visto crecer a cuatro generaciones. Cuando lo abrieron, España se despedía de Cuba y Filipinas. Incluso Jacinto Benavente compró aquí tabaco.

Mari Cruz trabaja en el estanco desde los ocho años y sus padres, de 100 y 90, viven en la trastienda que siempre fue su casa. Pero estos tiempos son inclementes con la historia, y el negocio de vender cigarrillos se ve amenazado por primera vez.

Las miradas tristes de Fernando y Mari Cruz lo saben. Se esfuerzan por seguir con el día a día, como su familia hace desde 1898, pero cuesta encontrar ganas de trabajar en medio de la guerra de precios de las tabaqueras.

Es muy duro pensar ‘hoy abro con 2.000 euros de pérdida’ porque lo decide Philip Morris
Estas últimas semanas compraron la mercancía al precio habitual y se vieron obligados a venderla perdiendo dinero, porque
de la noche a la mañana las empresas bajaron los precios. «Sea cuestión de marcas o de fabricantes, lo que no podemos es pagarlo nosotros. Es muy duro pensar: ‘hoy abro con 2.000 euros de pérdida’ porque lo decide Philip Morris», dice Fernando.

Mari Cruz ha vivido siempre en el barrio y le gusta ser depositaria de su intrahistoria, pero ahora le cuesta hablar. «Conozco hasta a las piedras de este barrio y las piedras me conocen a mí, pero esta vorágine antitabaco está haciendo mella en mi ánimo. Parece que estamos cometiendo un delito por ser estanqueros».

La historia del estanco no es la única de largo recorrido. Mari Cruz salía del colegio, con su camisa de cuello blanco almidonado de niña de 12 años, y quedaba con Fernando, «no enfrente del colegio, porque me daba vergüenza». Estuvieron 8 años de novios.

Lo cuenta emocionada, como todo recuerdos importante. «Los hijos se tienen y se crían, levantan el vuelo y se van. Te queda tu compañero. Él es toda mi vida».

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