Cultura de altos vuelos

Que Vigo no pueda integrarse en la red estatal de bibliotecas «por no ser capital de provincia», como adujo el otro día la ministra Calvo, invita a deducir que sí lo son las integradas Gijón, Orihuela o Mahón, y ya tenemos montado un pollo impropio de la Cultura, la Educación y el Descanso.
Lo mismo que dar a los tres aeropuertos, Alvedro, Labacolla y Peinador, ese uso de estaciones de bus en la línea norte-sur. A nadie se le había ocurrido antes. Ni a los cantantes más extravagantes. Pero es que nadie anduvo nunca tan «justita» de tiempo como la ministra.

Había aterrizado en Labacolla y quiso darse el gusto de conocer la planta de Inditex en Arteixo, no quita que en busca de macro rebajas como pide la temporada. Luego quiso que el Falcon, el avión oficial aparcado en Santiago, la recogiera en A Coruña –¡aeropuerto en Arteixo ya!– para volar a Vigo, con lo que dio otro sonoro cante aun ahorrando al erario público el peaje de los 150 km de autopista. Acaso la ministra Calvo sólo quería que confrontáramos su gira en el espejo de La cantante calva: cultura de altos vuelos con el absurdo señero de Ionesco.

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