Claudio Tolcachir se dio a conocer en España hace tres años con La omisión de la familia Coleman, que firma y dirige y que muchos consideran ya obra maestra del teatro actual. Pero si alguien ha ayudado a que hoy se le nombre en nuestro país entre los grandes, ése es Mario Gas, director del Teatro Español de Madrid.
El fruto de su última apuesta se estrenó este jueves: Tolcachir dirige a Carlos Hipólito y a Gloria Muñoz, entre otros, en Todos eran mis hijos, de Arthur Miller. Con ese pretexto, fuimos testigos de una charla entre estas dos personalidades del teatro, dos generaciones distintas, pero con mucho en común.
¿Qué pesa más en un director, el talento o la experiencia?
Mario Gas (G.): Ambas cosas.
Claudio Tolcachir (T.): La experiencia desarrolla las cualidades de gusto o sensibilidad.
G.: El talento en abstracto no es nada; a veces, una ampliación del egocentrismo.
¿Qué es para ustedes un actor?
G.: El intermediario, el oficiante por definición.
T.:Es una materia muy frágil de la que, bien maleada, puede salir algo maravilloso. Me gustó una cosa que dijo Carlos Hipólito de la relación de cómplices entre el director…
G.: … Y el actor, ¡claro!
T.: Es tu medio para hacer tus trampas (risas) y viajar a través del cuerpo de él. Es una sensación extraña, para mí, lo más divertido del teatro.
G.: El mejor director es el que se diluye en una puesta en escena y todo fluye como si fuera fácil. ¡Y es difícil como un gol de Iniesta o de Messi!
Para el actor, ¿la escuela de la vida o la formación reglada?
G.: Ambas. La formación es fundamental. Uno no se sube a un escenario y por arte de birlibirloque domina el gesto, la tonalidad, la respiración…
T.: ... Y luego, el sentido común y la experiencia de vida. Me parece peligroso cuando la formación se vuelve…
G.: … Un vicio, una obsesión…
T.: … Una especie de religión. Hay que actuar y jugar, tiene que ser un placer.
G.: Bertolt Brecht, ¡hala! (risas).
T.: O Beckett (risas).
G.: El teatro de Shakespeare sigue hablando ahora. En su totalidad tiene más peso, pero siete u ocho obras de Lope son geniales.
¿La última vez que fueron al teatro pagando...?
G.: Hace poco, en Barcelona. Fuera del Español, me gusta ir pagando.
T.: A mí también, sobre todo cuando el grupo va a vivir del ingreso. Si uno no puede, pide; pero cuando podés...
G.: En los teatros públicos no se paga (risas). En los privados grandes, intentas que tampoco. Con las compañías para las que una entrada significa mucho, es ético pagar.
¿Un momento para olvidar?
G.: El teatro es una carrera de fondo, te vas enriqueciendo con todo; quien no asuma eso, que se dedique a otra cosa.
T.: Trataría de no volver a pasarlo mal con la gente.
El público los abuchea sin compasión, ¿cómo reaccionarían?
G.: ¡Qué bonito, es una reacción potente! Lo peor es que te digan: "Un trabajo muy digno".
T.: ¡Eso es lo más espantoso!
G.: Lo correcto y la indiferencia es lo que puede matar más a un director (risas).
De estreno. ¿Vaqueros o traje?
T.: Intermedio (risas).
G.: Yo intento ponerme guapo.
T.: ¡Es tan lindo estrenar!
G.: Para que tu gente diga: "¡Qué bien te has puesto hoy!". "Para vosotros, para que veáis que tenéis un director que no es esa especie de cosa que pasa por ahí todos los días".
T.: (Carcajada). Sí, es como un regalo que uno hace.
Nunca dirigirían a un actor que...
G.: Que cree que todo está en función de él.
T.: Y suele pasar que los nombres grandes son más generosos. Carlos y Gloria ¡cómo me cuidaron! Y con los jóvenes, que se quedaban mudos por trabajar con ellos, ayudaban a crear el mejor clima.
¿Dónde les gusta estar cuando no están en el teatro?
G.: Leyendo, con la gente que quieres, viendo exposiciones, escuchando música. Y a veces está bien perder el tiempo.
T.: A mí me encanta estar en el teatro, en cualquier rol, aún me parece muy divertido.
G.: Creo que en eso nos parecemos bastante (risas).
T.: Si la cosa se traba, lo que mejor me viene es caminar.
Vamos al cine. ¿Una comedia romántica o una de acción?
T.: ¡Me divierten las dos!
G.: Si son inteligentes. Si son dos bodrios…
T.: Yo me quedo con la de acción (risas). ¡Las románticas son muy peligrosas!
Les sentaría mal que un hijo les dijera: "Papá, quiero ser...".
G.: Hay que respetarlo. Hombre, si dice "de mayor quiero atracar bancos"… Aunque no estaría mal. Ya decía Brecht que mucho peor que atracar un banco es fundar un banco.
T.: (Carcajada). "Voy a hacer la carrera militar". Es difícil de entender para mí.
¿De qué se sienten orgullosos?
G.: De hacer algo en lo que sigo aprendiendo y tener un alto sentido de responsabilidad. Prudentemente orgulloso, cuidado. Uno a veces puede descubrirse como el peor ser de la historia, ¡vete a saber! (risas).
T.: En Buenos Aires, el teatro es el fondo de mi casa. Hacíamos un cabaret, y un vecino nos denunció por prostíbulo y venta de drogas. Viernes noche, una y media, nos clausuran. Y a las dos encontramos un espacio para actuar al día siguiente. Sentí mucho orgullo; no por mí, porque esta gente lo primero que pensó fue: "¿Che, y mañana cómo hacemos la función?". Fue un acto de amor muy grande para con el proyecto. Esas cosas te hacen decir: "En esto, que no es tan serio porque es teatro, se puede jugar y se puede salir adelante".
G.: No hay que olvidar nunca el juego, te lleva a lugares muy importantes.
¿Es para toda la vida?
G.: Por ejemplo, maybe (risas).
T.: Por ahora (risas).
Comentarios
Hemos bloqueado los comentarios de este contenido. Sólo se mostrarán los mensajes moderados hasta ahora, pero no se podrán redactar nuevos comentarios.
Consulta los casos en los que 20minutos.es restringirá la posibilidad de dejar comentarios