Este año, cerca de un millar de zaragozanos comprará un árbol natural, según las previsiones de viveros y floristerías, pero sólo una decena sobrevivirá. «Los compradores son familias con niños pequeños», explican los floristeros. Los más asequibles son los que no superan los tres metros (13-30 euros). Los más altos pueden llegar a costar 90 euros o 150 si son de color blanco.
Los árboles se cultivan en los viveros y se venden con raíz corta o envuelta en escayola, ya que van destinados a maceteros pequeños. Por eso, cuando termina la campaña es muy difícil recuperarlos. El Ayuntamiento pone en marcha un dispositivo de recogida de abetos a través de la Escuela de Jardinería el Pinar, que recoge los de instalaciones municipales. Los ciudadanos pueden llevar allí sus árboles, pero menos de un centenar de personas lo hizo el año pasado. «Muchos llegan muertos. Trasplantamos los que podemos y al año siguiente sus dueños pueden recuperarlos».
El agua es indispensable
Los árboles de navidad que crecen en la Península Ibérica son piceas, aunque solemos llamarlos abetos. Su hábitat natural es frío y sombrío, y por eso sufren el calor de los hogares. Hay que mantenerlos húmedos. «Debemos regarlo a diario y pulverizar agua sobre sus hojas para que no se caigan», explica Pedro Vicente, presidente de las Floristerías de Aragón.
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