Actualmente, la reclusas que están en régimen preventivo duermen en habitaciones de seis personas con lavabo que llaman chabolos. El hecho de que tengan que ducharse en grupos de 20 es motivo ocasional de peleas, como reconoce alguna interna. La futura cárcel tendrá bloques de «pequeños apartamentos» con ducha para un máximo de dos mujeres.
«Usar duchas comunitarias es un castigo muy duro para ellas», afirma la arquitecta Zaida Muxí, que recientemente ha realizado un taller con 40 reclusas de centros catalanes para conocer cómo les gustaría que fuera la futura prisión. «Lo que más quieren es estar activas, tener algo vivo que cuidar. Lo que menos les gusta son los lugares comunes. Piden más espacios para ellas», explica la directora del taller.
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