Por primera vez en castellano, la poesía completa del polémico Peter Handke

  • El escritor austriaco reivindica la "veneración" por la literatura.
  • Por que el respeto, dice, "se fue al carajo".
Viajero quijotesco por Europa, Handke adora las pequeñas ciudades españolas, la tierra "vacía" donde todavía es posible "imaginar historias".
Viajero quijotesco por Europa, Handke adora las pequeñas ciudades españolas, la tierra "vacía" donde todavía es posible "imaginar historias".
Isolde Ohlbaum
Viajero quijotesco por Europa, Handke adora las pequeñas ciudades españolas, la tierra "vacía" donde todavía es posible "imaginar historias".

Peter Handke es el autor de uno de los más bellos poemas del siglo XX. No por casualidad, porque el escritor es de la generación que creció acunada por el cine, forma parte del guión de una película y la recorre, como no podía ser de otra forma dadas las preocupaciones del autor, brotando como la palabra y esfumándose como el tiempo: Cuando el niño era niño / andaba con los brazos colgando, / quería que el arroyo fuera un río, / que el río fuera un torrente / y que este charco fuera el mar. / Cuando el niño era niño / no sabía que era niño / para él todo estaba animado, / y todas las almas eran una.

"Escritores uniformados"

Narrador de reportajes que son consciencia y poeta de la momentaneidad que se transforma en verbo y se inmortaliza, Handke (Griffen-Austria, 1942) quizá sea –con perdón, como él diría, de los "escritores uniformados" Heinrich Böll y Gunther Grass, mucho más populares pero también más cardenalicios, y del llorado Thomas Bernhard– el mejor escritor en lengua alemana de las últimas décadas.

En España, donde su narrativa ha sido editada con puntualidad (Alianza tiene, a muy buen precio, una Biblioteca Handke entre sus colecciones), había una deuda pendiente con el poeta. Queda saldada con Vivir sin poesía (Bartleby, 24 euros), primera antología completa en castellano. Es bilingüe y está traducida por Sandra Santana, que también firma un prólogo que es handkiano desde el título: "La no-poesía de Handke, el mono que aprendió la lengua gracias a un marinero en estado de ebriedad o, como dijera Rilke, en ningún sitio, amada mía, habrá mundo sino en el interior".

Pese a que Handke se hizo de rogar para que sus poemas fuesen reunidos (adujo a sus editores "no ser un poeta"), sus no-versos recorren los últimos cuarenta años con puntualidad.

El tomo que aparece ahora va desde las proclamas de 1965 (por ejemplo, el casi panfletario Lo que no soy, no tengo, no quiero, no me gustaría, y lo que me gustaría, lo que tengo y lo que soy, donde dice: No soy ni un nacionalista ni un igualitario. / No soy un adorador de la dictadura ni el defensor de una mal entendida democracia), hasta el esencial Poema de la duración, en el que postula que "el éxtasis es siempre demasiado" y que "lo correcto" es la aventura de todos los años, / la aventura de lo cotidiano, / pero no de la ociosidad, / no es la aventura del (por activo que sea) tiempo libre.

A principios de los años setenta, Handke apuntaba como enfant terrible y estrella pop. Firmaba polémicas obras de teatro, colaboraba como guionista con el cineasta Wim Wenders (El miedo del portero ante el penalty, Falso movimiento), se atrevía él mismo con la dirección (La mujer zurda) e iniciaba una carrera narrativa de progresiva depuración. Desde la crónica de Carta breve para un largo adiós (1976), con modos de fría novela de carretera, a la poderosa La pérdida de la imagen o por la Sierra de Gredos (2003), un viaje en pos de una utopía imposible, Handke ha firmado una veintena de novelas y ensayos.

«Producir luz»

Pese a que en los últimos años se le ha proscrito con injusta y superficial saña por sus opiniones políticas sobre la Guerra de los Balcanes (en 2006 renunció al Premio Heine, el Cervantes alemán, por una caza de brujas), la "decepción fértil" de Handke; su absoluta seriedad como escritor –sostiene que cada párrafo de buena literatura debe "producir luz"–; su desapego por los fastos literarios, y sus caminatas quijotescas por Europa, en especial por la España escondida –ha residido clandestinamente en Linares y Soria– lo convierten en indispensable.

Hace tres años le preguntaron qué esperaba de la literatura y, desde la "bendición" de saberse escritor, pidió "respeto" hacia quienes se manchan los dedos de tinta, porque "en algún momento la veneración por la literatura se fue al carajo".

Razones para amar a Peter

Sandra SantanaSandra Santana, traductora al castellano de la obra poética completa de Peter Handke, propone nueve razones para no eludir el encuentro con la literatura del escritor austriaco. En el prólogo de la antología Vivir sin poesía, Santana advierte que el lector de la narrativa de Handke encontrará en su poesía "una red de letras y palabras impresas" llenas de "inteligente ironía" y situada en un "espacio intermedio", casi angélico, entre la experiencia interior y la exterior. Éstos son los motivos por los que debemos amar a Peter:
  1. Insultos. Porque hizo que la burguesía austriaca se incomodara en sus butacas con obras teatrales de vanguardia como Gaspar o Insultos al público.
  2. Penalty. Porque, junto al portero retirado Bloch, aprendimos lo próximo que estamos de traspasar el límite hacia la locura y el crimen en El miedo del portero ante el penalty.
  3. Marianne. Porque nos hizo enamorarnos de la soledad de la mujer zurda.
  4. Damiel. Porque junto a Wim Wenders nos mostró la vida cotidiana de los ángeles que poblaban El cielo sobre Berlín.
  5. Serbia. Por no renunciar a manifestar en público sus opiniones políticamente más incómodas.
  6. Soria. Por convertir Soria en un exótico paisaje interior donde buscar la última juke-box.
  7. Noche moravia. Por negarse a aparecer como candidato a un cuantioso premio literario para dar oportunidades a los autores más jóvenes.
  8. Don Juan. Por reinterpretar el mito del personaje más seductor de la historia de la literatura.
  9. Vida sin poesía. Por enseñarnos que sólo la poesía nos mantiene en el lado cuerdo de la vida.

BIO. Sandra Santana (Madrid, 1978) es poeta y ensayista. Ha traducido a Karl Kraus, Ernst Jandl o Vivir sin poesía, de Peter Handke.

No pases de...

(tres citas obligadas para poner los sentidos a tono)

UNA PELÍCULA

El cielo sobre BerlínEl cielo sobre Berlín

Ángeles que desean ser humanos, humanos que sueñan con volar, lo indefinible del tiempo, el lirismo decadente de Berlín, el peso del nazismo... Gran película de Wim Wenders con aún más grandes textos de Peter Handke, entre ellos, el poema Cuando el niño era niño. (Wim Wenders, 1987. Filmax. 12,95 €).

UN DISCO

Ege Bamyasi

La eclosión de la generación de Handke, que subvirtió la literatura en alemán, coincidió en el tiempo con el kraut rock, el último gran movimiento musical psicodélico y experimental de los años setenta. Can fue el grupo más arriesgado, y este disco, su cuarto álbum, el mejor de su influyente carrera. Improvisadores, ruidistas y divertidos. (Can, 1975. Mute. 10 €).

UN LIBRO

Ensayo sobre el cansancio

Delicioso ensayo, no falto de humor, sobre la fatiga. Escrito en Linares (Jaén), donde Handke vivió aislado durante cuatro meses en 1989. Le gusta la España de los pueblos y alejada de las rutas porque es "vacía" y permite "imaginar historias". (Peter Handke. Alianza, 2006. 6,75 €).

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