Narbona: "Le deseo a Espinosa lo mejor, porque tiene un ministerio descomunal"

  • En el curso de la UIMP 'Europa ante la crisis', la ex ministra defendió un modelo que compagine desarrollo y protección medioambiental.
  • Cree que es difícil cambiar la oferta de la presidencia de la UE de recortar las emisiones de CO2 un 30% en lugar de un 20% ampliable.
  • Considera que los debates de la ciudadanía se centran ahora en la crisis y no en materia medioambiental.
La embajadora de España en la OCDE y ex ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona.
La embajadora de España en la OCDE y ex ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona.
UIMP
La embajadora de España en la OCDE y ex ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona.

Entre las palabras 'economista' y 'ecologista' hay apenas dos letras de diferencia y, sin embargo, siempre parecen dos mundos irreconciliables. Cristina Narbona, ahora embajadora española en la OCDE y antes ministra de Medio Ambiente, pertenece a ambos, y en el curso 'Europa ante la crisis', organizado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) en Santander, ha defendido un modelo que compagine desarrollo y protección medioambiental.

En diciembre en Copenhague se tiene que renovar Kioto. La presidencia sueca de la UE quiere llevar la propuesta de recortar las emisiones de CO2 de los países miembros un 30% en lugar del 20% ampliable pactado hasta ahora. ¿Cuál es su posición?

Yo creo que es difícil que dé tiempo de aquí a Copenhague a cambiar la oferta pactada por la UE del 20% (ampliable al 30%) por una oferta unilateral del 30%. El 30% está previsto y España lo acepta si hay un acuerdo internacional. Pero tendremos que volver a echar de nuevo todas las cuentas (de las cuotas de los países, su evolución, etc). Creo que queda poco tiempo para que se plantee una cosa más ambiciosa de manera unilateral. Suecia es un país con una tradición de política ambiental de 30 años,  un país con el que no nos podemos comparar. Hay diferencias.

¿Envidia?

No, pero a mí y a muchas personas nos gustaría que este país no hubiera confundido el crecimiento con la ordenación del territorio. Mucha gente está en esa posición, en que una cosa es generar riqueza y otra muy diferente es destruir algo.

Este verano se ha hablado mucho de los chiringuitos y la Ley de Costas, cuya aplicación usted impulsó durante su periodo al frente de Medio Ambiente. ¿Cómo lo ha visto?

En el año 2004, cuando empecé en el Ministerio, me encontré con que en la mayor parte del litoral español seguía sin delimitarse el dominio público. Entendí que ése era el objetivo prioritario y cuando me fui casi habíamos alcanzado el 90%.

Pero es cierto que ahí hay también una labor de concienciación; la gente tiene que entender que si hay un edificio ocupando la arena de la playa estás acelerando la desaparición de la playa, porque impide su regeneración. Si queremos quedarnos sin playas en menos tiempo todavía del que vamos a tardar no tenemos más que dejar las cosas como están. Ésa es la realidad.

Para tocar lo que hay, siempre hay formas individualizadas caso a caso: durante el periodo en que fui ministra eliminamos más de 300 edificaciones de dominio público, pero siempre viendo si es permanente o no, si hay o no espacio detrás para retranquearlo hacia el interior. El Ministerio ahora está desarrollando cosas que si las hubiésemos desarrollado hace unos años estaríamos en mejores condiciones.

¿Qué le parece la fusión de ese ministerio con Agricultura y Pesca?

El presidente contempló la idea de que hubiera una actuación sobre el territorio, sobre el medio rural, con criterios ambientales. Ése es el objetivo de ese ministerio: que la cuestión ambiental impregne las políticas del medio rural, y ése es un objetivo muy ambicioso y le deseo a la ministra lo mejor, porque tiene un ministerio descomunal. Hay otros países donde está así. Hay que valorar las cosas cuando se lleva un tiempo.

¿No cree que ha habido una pérdida de impulso en materia medioambiental?

Yo creo que es una etapa diferente donde la preocupación de la ciudadanía por la crisis económica está concentrando mucho los debates. En la etapa anterior, en que el empleo y la economía iban bien, determinados debates adquirieron una dimensión que ahora no tendría cabida. Ahora nos preocupamos por cuánto paro hemos tenido este mes. Hay un enfoque distinto.

La tradición del ladrillo en España, que en Cantabria se ha plasmado en muchas sentencias de demolición...

En Cantabria hubiese sido peor de no ser por la actuación de Arca, que fue muy valiente y con quien he colaborado mucho. Me dieron un premio el año pasado. Para mí tiene mucho valor que una asociación ecologista me diese un premio habiendo sido ex ministra.

Pero usted puede presumir de ser la ministra con la que se llevaban bien los ecologistas.

A mí me interesó la ecología hace 30 años en la Universidad de Sevilla. Me puse a analizar la economía a través de textos más críticos y sinceramente me convencí yo misma de que íbamos por muy mal camino si no teníamos en cuenta los temas ambientales.

Igual que he sido antinuclear desde entonces, porque a finales de los años 70 yo militaba en una organización ecologista de Sevilla en contra del plan nuclear que había en ese momento: pretendían llenar Andalucía de centrales nucleares, incluida una en Tarifa.

En esos años yo adquirí una conciencia ciudadana de la importancia de temas que en este país, desgraciadamente, todavía hay mucha gente que cree que son marginales. Que no ven cuán ligados están a la salud, al bienestar, al progreso... Eso es un proceso que va avanzando más lentamente de lo que a mí me gustaría.

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