En una encíclica de marcado carácter social, que ha tardado varios años en hacerse realidad y en la que condena el capitalismo exacerbado, Benedicto XVI dice que ante el imparable aumento de la interdependencia mundial y en presencia de una recesión de alcance global, es "urgente" reformar la ONU para proteger y dar una voz más eficaz a las naciones más pobres.
Preocupado por el medio ambiente, el Papa Ratzinger analiza los problemas energéticos del mundo actual y denuncia que el acaparamiento de los recursos por parte del Estado y de grupos de poder constituyen "un grave impedimento para el desarrollo de los países pobres". "Las sociedades tecnológicamente avanzadas pueden y deben disminuir la propia necesidad energética, mientras deben avanzar la investigación sobre energía alternativas", afirmó.
Globalización
En el documento el Papa señala que sin la perspectiva de la vida eterna el progreso humano viene negado, deshumanizado y asegura que las causas del subdesarrollo no son solo de orden material. "La sociedad cada vez más globalizada nos acerca, pero no nos hermana y hay que movilizarse para que la economía evolucione hacia salidas plenamente humanas", escribe.
Sobre el desarrollo dice que el exclusivo objeto de la ganancia sin el bien común como fin último, "amenaza con destruir la riqueza y crear pobreza", y enumera algunas distorsiones del desarrollo, entre ellas la actividad financiera especulativa, los flujos migratorios "con frecuencia provocados y después mal gestionados" y el aprovechamiento no regulado de los recursos de la tierra.
El Papa critica la deslocalización de producciones de bajo coste por parte de los países ricos, así como los recortes del gasto social. Asimismo denuncia los recortes de las libertades sindicales. "Hay que reglamentar el sector para dar garantías a los sujetos más débiles", subraya. Y agrega que el mercado "no puede convertirse en un lugar de atropello del fuerte sobre el débil". El pontífice añade que el mercado "no es negativo por naturaleza" y que la actual crisis muestra que los principios de la ética social, transparencia, honestidad y responsabilidad "no pueden ser descuidados".
Papel de los Estados
El Obispo de Roma subraya que la economía no elimina el papel de los Estados y tiene necesidad de leyes justa. En el texto, el Papa dice también que los organismos internacionales deben interrogarse sobre la real eficacia de sus aparatos burocráticos, "con frecuencia muy costosos". "Resulta que a veces los pobres sirven para mantener con vida dispendiosas organizaciones burocráticas. Es necesario transparencia".
La encíclica -carta solemne que dirige el Papa a los obispos y fieles católicos del mundo- está dividida en seis partes, consta de 136 páginas y retoma los temas sociales contenidos en la Populorum progressio, de 1967, de Pablo VI, y la Sollicitudo rei socialis, sobre la misma temática, escrita por Juan Pablo II en 1988.
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