Lechugas y sandías, cultivadas por los vecinos, rompen el asfalto de Madrid

  • En la plaza de Corcubión, en el barrio del Pilar, crecen plantados y regados por los vecinos frutas, calabacines, lechugas y tomates.
  • Es una forma de "pasar el rato", una afición y una forma de socializar.
  • Espacios como este proliferan en otros puntos de la capital.
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Huertos urbanos con el apellido de "ecológicos" proliferan en pequeños espacios.
Huertos urbanos con el apellido de "ecológicos" proliferan en pequeños espacios.
EFE
Huertos urbanos con el apellido de "ecológicos" proliferan en pequeños espacios.

Huertos urbanos con el apellido de "ecológicos" proliferan en pequeños espacios de la capital española, donde los vecinos, ancianos, jóvenes yniños, convierten el cultivo de la tierra en una afición.

Con aperos de labranza en mano y mucha dedicación, como ellos reconocen, los vecinos del barrio de El Pilar han logrado convertir uno de los rincones de la plaza Corcubión en un huerto donde a la sombra de altas moles de ladrillo florecen frutas, calabacines, tomates y plantas aromáticas de diverso tipo.

Han hecho de un "terreno baldío" un espacio verde auto-gestionado, que sirve al tiempo de punto de encuentro y "excusa para pasar el rato", apunta Mikel Fernández, uno de sus impulsores.

"Lo que tiene de particular- detalla Mikel- es que está abierto a la participación de la gente y aprendemos a gestionar colectivamente las cosas, que no es fácil". El papel de hortelano les sirve a algunos a "modo de evasión, de escapar del día a día" confiesa a Efe Ana Pascual, mientras que se afana en atar unas tomateras.

En la huerta, cada uno aporta su grano de arena, ya que mientras los veteranos como Rufino García aleccionan sobre el cuidado de las plantas, otra de las vecinas trae semillas de China, su país de origen, "para ver si prenden".

El "rincón verde" de Corcubión, que va por su tercer verano de siembra, ha logrado hacer asiduos a más de una docena de personas, sin contar los visitantes esporádicos que se acercan allí para participar en actividades, como catas de vino ecológico, o charlas en torno a la huerta.

Espacios como este proliferan en Madrid, donde la asociación Grama, pretende crear una red que integre a todos los huertos y que sirva para el intercambio de experiencias y semillas.

"Educación ambiental"

Ellos fueron de los primeros en rescatar la agricultura en la capital, cuando crearon hace cuatro años el huerto que hay junto al albergue de la Casa de Campo, donde intentan fomentar variedades tradicionales de la región como el tomate moruno de Aranjuez, el haba de Perales de Tajuña y el maíz de Arganda del Rey.

Quieren "hacer educación ambiental y acercar el campo a los madrileños", afirma Antonio Gabriel, miembro de Grama y promotor de la iniciativa. De hecho este año han impartido cursos donde enseñan a curiosos e incluso asociaciones, a crear y mantener huertos de corte ecológico, con fertilizantes naturales, como el estiércol o el compost.

Su experiencia ha servido de inspiración- asegura Gabriel-a colectivos como el de La Charca de la Rana, que ha comenzado a cultivar acelgas en un descampado en Parque de las Avenidas. Estos huertos alternan en la capital con los de los 21 colegios públicos, donde los alumnos se esmeran en cultivar el patio de recreo, acción que imitan en sus ratos muertos los taxistas en pequeñas parcelas próximas a la terminal 4 del Aeropuerto de Barajas.

Otras ciudades de la región, como Rivas Vaciamadrid, con el centro de recursos ambientales Chico Mendes, o en Alcorcón, con huertos en centros de mayores como el Salvador Allende, intentan también transmitir el gusto por la tierra a los más urbanitas.

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