Maeso, para el que se piden 2.212 años de cárcel, se sentó ayer en el banquillo en el primer día de un juicio que durará meses ante la mirada atenta de unos 200 abogados. El anestesista, que se mostró muy seguro de sí mismo, negó ser la fuente de infección y declaró: «Si estoy contagiado, es por algún enfermo. Por las sangres que he tocado».
Además, se consideró víctima de «una enfermedad profesional». Sin embargo, expresó dudas sobre que fuera portador de hepatitis C, y sentenció: «No me siento enfermo, ni me creo esta enfermedad. Me hicieron una analítica, pero los resultados ni los sé, ni me interesan».
Sobre el rumor que corría entre sus compañeros de que era consumidor de opiáceos, afirmó que sólo «en un par de ocasiones» se inyectó anestésico local por dolores. El fiscal seguirá interrogando hoy a Maeso y luego lo harán los demás abogados.
El muerto número 23
La presidenta de la Asociación de Afectados de Hepatitis C, Amparo González, confirmó ayer que otro de los 276 afectados por el virus falleció en los días previos al juicio. Con ésta, ya son 23 las personas incluidas en la causa que han muerto desde que el caso saltó a la palestra en 1998. Tres de ellas perecieron como consecuencia directa de la enfermedad. González calificó de ofensa la declaración de Maeso y, apuntó, «las víctimas no están preparadas para oír estas barbaridades».
El virus que ataca el hígado
La hepatitis C es una enfermedad de origen viral que afecta a los tejidos del hígado. El virus (VHC) se transmite a través de la sangre y, excepcionalmente, por relaciones sexuales. Se calcula que en España puede haber 800.000 infectados.
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