En Camerún, en pleno corazón de la selva aflora la tribu de los baka. Lejos de toda civilización, este diminuto poblado de 400 pigmeos (indígenas de apenas metro y medio) parece tener los días contados. Acosados por las enfermedades, minados por el alcohol y acorralados por la tala indiscriminada del sector maderero viven en comunidad –desde hace siglos– recordando tiempos mejores.
Los baka habitan en mongulus (chozas tradicionales hechas de ramas y hojas) y se abastecen de lo que da la naturaleza que los rodea, pero sólo para sobrevivir. A diferencia de otras tribus de pigmeos (término para ellos ofensivo), no son nómadas, pero por lo demás todo es igual, explica Ekolie Esther, responsable del programa Derechos y dignidad de los Pigmeos Baka.
Desde niños aprenden a cazar, buscar alimentos y las artes de la seducción, pero lo que nunca olvidan es que el rumbo de sus vidas no depende de ellos. Su pequeña estatura, sus primitivas costumbres y sus creencias excesivamente supersticiosas (piensan que la muerte se puede esquivar con rituales) los convierten en un blanco fácil para otras civilizaciones.
Sus vecinos –los bantúes– los utilizan como esclavos en las tareas del hogar y para recolectar frutos en el campo. "Llegan a la tribu y los llaman para que trabajen. De esta forma tan sencilla consiguen que hagan lo que ellos quieran", comentó bastante enfadada la joven Ekolies.
Ellas toman la iniciativa
Para el arte de la seducción, los jóvenes se llenan el cuerpo de tatuajes, y después de largas horas con el cincel logran dejarse los dientes en forma de pico. Los baka están acostumbrados a ganarse la vida desde muy pequeños y se van de casa con 10 o 12 años.
Cuando son niños, viven junto a sus hermanos en otra choza aparte de sus padres para que éstos tengan más intimidad, pero cuando crecen se independizan. "Todas las puertas de las casas dan al centro del poblado, pero la de los jóvenes no. Ellos colocan la entrada hacia la selva, así si una joven quiere tener sexo, no lo tiene que saber toda la tribu", comenta Ekolie.
Pero el sexo siempre es con la misma pareja. Los pigmeos necesitan de la ayuda de toda la tribu para realizar sus tareas diarias. Por ello, conscientes de los problemas que generan los celos, han forjado una comunidad monógama que libra una dura lucha por la supervivencia.
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