De ejecutarse la sentencia, María debería abandonar la casa familiar, y sus dos hijos se quedarían con el padre. La presunta víctima, David, lo tiene claro: "sé que lo que hice no estuvo bien pero que no me lleven otra vez a un colegio interno. Quiero estar aquí, en casa con mi madre, con mi familia", dice el menor en declaraciones a El Mundo.
Todo empezó el 6 de octubre de 2006. María Saliente recriminó a su hijo de 10 años porque no había hecho los deberes del colegio.Como respuesta, el menor le arrojó una zapatilla y se fue corriendo para encerrase en el cuarto de baño. La madre, al ver que el chaval seguía en sus trece, consiguió al final abrir la puerta y, nada más verlo, lo agarró y le soltó un bofetón.
Con tan mala suerte que el niño perdió el equilibrio y fue a dar con la nariz contra el lavabo. Cuando David volvió al colegio, los profesores se dieron cuenta de que tenía un moratón en el cuello. Lo llevaron al centro de salud y el parte médico terminó en el juzgado. El juicio se celebró el 24 de noviembre pasado.
"Se cumplen todos los requisitos del tipo de maltrato, aun cuando hubiese sido la única agresión cometida", dejaba escrito en su fallo la magistrada.Aunque la juez reconocía "el carácter difícil y desobediente" del menor, y que la madre estaba muy nerviosa, sentenció que los golpes propinados al menor vulneraban los límites de "una corrección razonable y moderada". No le convenció el argumento de la madre: "Lo hice para educarlo" .
Opiniones dispares
Para el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Arturo Canalda, "se debería aplicar el sentido común". Para él "si se tratara de un hecho puntual, incluso accidental, como parece ser el caso de Jaén, podemos considerar excesiva la condena impuesta a la madre. Todo el mundo distingue entre una colleja y una paliza. Pero lo que yo más cuestiono son las consecuencias de una sentencia así, porque creo que serán muy perjudiciales para el chico y la madre".
Los jueces no se ponen de acuerdo. La misma titular del Juzgado de los Penal número 3 de Jaén, María Fernanda García, que juzgó a María Saliente, absolvió a una vecina de Bailén (Jaén), de 41 años, de un delito de malos tratos contra su hija de 11 años. Entonces consideró que los "castigos" y los "cachetes" que la progenitora hubiera podido darle a su hija estaban dentro del "derecho de corrección" de los padres.
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