"Los cigarrillos son sublimes"

  • Editan en España el libro de Richard Klein.
  • Analiza el papel social y cultural del tabaco
  • ¿Qué pasaría si este vicio desapareciese mañana?
Pablo Picasso, fotografiado por Robert Capa, en una imagen del libro

Primero, las oficinas. Luego, los trenes y aviones. Después, los restaurantes y bares. Finalmente, como hicieron Stalin, Mao y Franco con sus fotos, la nomenklatura: el servicio postal de los EE UU borra los cigarrillos de las imagenes originales editadas como sellos de correos en homenaje al cantante de blues Robert Johnson y al pintor Jackson Pollock ; el siempre correcto bardo Bruce Springsteen , retoca la cubierta de uno de sus discos para que desaparezca la cajetilla de Marlboro que ha estado consumiendo...

Sexo sin sexo, carne sin grasa, café descafeinado, guerra sin víctimas, política sin política –ahí están ZP y sus gestos, socialistas sin socialismo–, Guantánamo (una cárcel sin forma), explotación sin lucha de clases... Posmodernos. Así somos: a granel pero sin esencia. Perdidos.

"Fumar puede matar", "fumar provoca cáncer de pulmón", "fumar puede dañar el esperma"... La cruzada anti tabaco es universal y está sustentada en la supuesta defensa del otro con una vehemencia que también sería deseable para la salvaguardia de los centenares de millones de invisibles esclavos que nos fabrican las zapatillas de jogging y otros superfluos consumibles. El filósofo Slavoj Žižek advierte el objetivo final de la batalla: "acabar con el deleite excesivo y riesgoso del otro, personificado en el acto de encender un cigarrillo e inhalar profundamente con placer descarado".

"Razón secreta"

Acaban de publicar un ensayo de un profesor de la Universidad de Cornell (Nueva York-EE UU) que, en esta época de macarthysmo moral, tiene tanta capacidad subversiva como el Manifiesto Comunista. Se titula –ya he encargado una camiseta con el lema en el pecho– Los cigarrillos son sublimes (Turner . 20 €). El autor, Richard Klein , experto en literatura y tabúes contemporáneos, inicia el libro con un poema de Manuel Machado: La vida es un cigarrillo, / hierro, ceniza y candela / unos la fuman deprisa / y algunos la saborean. Lo concluye aduciendo que cada cigarrillo tiene "su razón secreta, su propio fundamento".

Entre uno y otro enunciado, Klein desmenuza "la elocuente historia que los cigarrillos desgranan en silencio mientras se transforman eternamente en humo". Los jeques del puritanismo de lo salubre pueden permanecer tranquilos: no es un opúsculo a favor de la hebra fumada. Ni siquiera una lícita llamada a la tolerancia. Es un canto nostálgico sobre un placer que también es un vicio, acaso un grito, fanático y autodestructivo, contra lo insípido, estúpido y tedioso de la vida. Todo fumador sabe que se envenena. Si el tabaco fuese saludable, no sería sublime.

"C'est fumée!"

"¿Qué se perdería si el hábito de fumar desapareciese mañana?", se pregunta Richard Klein. La respuesta que ofrece en Los cigarrillos son sublimes parte de la voluptuosa cigarrera sevillana Carmen –la de Mérimée y Bizet– cantando "c’est fumée!" (todo es humo); pasa por todos los déspotas que rechazaron el hábito (desde Napoleón a Hitler, con la campaña publicitaria de Deustchen Weiber rauchen nicht, Las mujeres alemanas no fuman, que parece de hoy mismo); recuerda a Sartre escribiendo El ser y la nada mientras fumaba como una chimenea, distinguiendo a través de los cigarrillos las dos formas de conciencia, la reflexiva y la inmediata; pasa a través de los poemas ahumados y simbolistas de Mallarmé, Baudelaire y Laforge (fumando delgados cigarrillos a los dioses me enfrento); describe la utilidad de los cigarrillos, intercambiados y regalados con fraternal impulso, en momentos de disturbios, guerra o crisis, y, por supuesto, desemboca en Rick Blaine, el personaje central, interpretado por Humprey Bogart, de Casablanca (1942), la película donde todos fuman...

El gran paréntesis contra la experiencia ordinaria (por cotidiana y también por ramplona), el único que nos concedían, es un enémigo público perseguido en 80 países del mundo con leyes anti tabaco. Klein –que comparte con la filósofa francesa Annie Lecrec la idea de que fumar es "la oración de nuestro tiempo", uno de los pocos encuentros con nuestro yo más íntimo– llora el final del "rito del fuego, el humo y la ceniza" y recuerda aquello que, más allá del cinismo con que se maneja la industria de lo correcto, debería ser un axioma para la salud pública: "Los cigarrillos son perjudiciales, como todas las drogas, y eso es lo que los hace tan buenos para quienes los consumen".

El valor de "acortar la vida"

Cubierta del ensayo de Richard Klein

Entre fotos de bellos seres humanos con el cigarro en la mano, enredados en la seductora y metafórica danza del humo (Audrey Hepburn, Jean-Paul Sarte, Pablo Picasso, Peter O’Toole, Melina Mercouri, James Dean, Humprey Bogart...), Klein revisa la “importancia cultural” del tabaco cuando está a punto de “quedar asfixiada” por “feroces y a menudo fanáticos o supersticiosos ataques”. El libro, escrito con cadencia de provechosas caladas, es una crítica literaria, un análisis de la cultura popular y una arenga política. El ensayo reivindica el atractivo, no por oscuro menos perfecto, del acto de fumar y recuerda que el culto a la salud y su crédula consecuencia, la longevidad, excluyen a aquellos para quienes "el valor de la vida, en oposición a la supervivencia, reside en los riesgos y sacrificios que tienden a acortarla y a acelerar la muerte". Ser un superviviente no otorga necesariamente la distinción.

No pases de...

Una peli:

Coffee and Cigarettes : Once viñetas en torno a una mesa con café y cigarros por medio. Jim Jarmusch reune a una pándilla de tarambanas (Iggy Pop, Tom Waits, los White Stripes, Bill Murray, Steve Buscemi, Cate Blanchet, dos de los Wu-Tang Clan...) que se interpretan a sí mismos para hablar de aquello de lo que nunca hablan los talibanes. Por ejemplo, las posibilidades de la nicotina como insecticida. Es decir, ni fútbol, ni Pérez Reverte (Jim Jarmusch, 2004. Buena Vista. 7,45 €)

Un disco:

Small Change : Aunque no uno de sus mejores discos, es el más nocturno y esofágico del Tío Tom en la época en que parecía un Louis Amstrong canalla capaz de cerrar un bar tras otro. Alcohol, tabaco y jazz cohabitan en estas baladas tristísimas. Fumador despiadado hasta hace pocos años, se decía por entonces que Waits ponía el despertador sólo para poder echar otro cigarro. Aire y tabaco para respirar más allá de la respiración (Tom Waits, 1976. East West. 7 €)

Un libro:

La conciencia de Zeno : "No sé cómo empezar e invoco la ayuda de todos los cigarrillos similares al que tengo en la mano". Zeno Cosini, el protagonista de esta magistral novela de 1923 del italiano Italo Svevo (1861-1928), pide ayuda al tabaco para iniciar la memoria terapéutica de su vida. Desarrolla así el fumoanálisis y llega a la conclusión de que la verdadera salud está en la muerte y no en la vida. La búsqueda constante e imposible del último cigarrillo, "todavía y siempre por última vez" repetidamente fumado (Italo Svevo. Gadir, 2007. 23 €)

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