Unos 1.400 neonazis hacen de la Comunitat Valenciana uno de sus principales feudos

  • Cada vez tienen más recursos y disciplina.
  • Las agresiones a inmigrantes son más frecuentes en los últimos meses.
  • Alertan de que la crisis puede engrosar sus filas en barrios obreros.
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Las pintadas aparecen seis meses después de las agresiones nazis a un grupo de jóvenes (JORGE PARÍS)
Las pintadas aparecen seis meses después de las agresiones nazis a un grupo de jóvenes (JORGE PARÍS)
JORGE PARÍS
Las pintadas aparecen seis meses después de las agresiones nazis a un grupo de jóvenes (JORGE PARÍS)

La Comunitat Valenciana se ha convertido en uno de los focos principales de actividad de grupos neonazis del país, un fenómeno que preocupa a colectivos sociales y también en ámbitos policiales. La cifra estimada de estos militantes radicales se sitúa en unos 1.400 en toda la Comunitat, si bien desde Movimiento contra la Intolerancia la elevan a varios miles.

Fuentes policiales consultadas por 20 minutos alertan de que unos 300 "son activos y extremadamente peligrosos" y se concentran sobre todo en Valencia. "Están listos para actuar, es una cifra importante", añaden. De hecho, las tres provincias valencianas están sufriendo un repunte de agresiones y violencia racista y xenófoba. "Hay una campaña permanente contra los inmigrantes que dificulta la convivencia", indica el presidente de Movimiento contra la Intolerancia, Esteban Ibarra. "La evolución va claramente a peor en esta autonomía, y encima se sienten respaldados por resultados electorales de países como Austria, Suiza o Francia", asegura.

El mito de los cabezas rapadas como tribu urbana está cayendo en los últimos años. "Están surgiendo otros grupos sin esa estética: son más organizados, tienen recursos económicos y hacen de la xenofobia su bandera, no como la vieja ultraderecha". La incidencia de la crisis económica puede desencadenar una nueva ola de violencia, sobre todo en barrios tradicionalmente obreros. "Es un peligro potencial, porque ante situaciones de inseguridad se explotan sentimientos de intolerancia extrema contra la diversidad religiosa, sexual o de procedencia", prosigue.

El papel de las administraciones en relación con estos grupos se ha puesto en entredicho, sobre todo a raíz de las actuaciones de grupos ultras en los estadios de fútbol. "Hay una permisividad institucional que hace posible que el problema crezca sin los frenos adecuados, ya que no se aplica la ley contra el racismo y la violencia en el deporte", explica Esteban Ibarra.

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